Disfruta de bendiciones inesperadas

De repente vino del cielo… y fueron todos llenos del Espíritu Santo”, Hechos 2:2-4.

 

¡Qué hermoso es saber que Dios tiene bendiciones inesperadas!
De un momento para otro, Dios tuerce el curso de los acontecimientos y lo que esperaste por años llega repentinamente. Mientras tú honras a Dios, de repente, algo bueno sucede: un ascenso, una idea creativa, un aumento en tus ingresos, una revelación del cielo, un principio espiritual que cambia tu futuro y el de tu familia. No lo ves venir, pero llega y comienzas a disfrutarlo. Son las bendiciones que Dios envía ‘de repente’.
Sí, de un momento para otro el Señor puede cambiar todo a tu favor. Sí, de repente tu salud mejora, tu deuda es saldada, tu ministerio crece y tus hijos retornan al camino del Señor. Aquello que debía haber tomado años sucede en apenas unos días. “De repente… fueron todos llenos del Espíritu Santo”. La promesa del Padre vino de repente. Así, inesperadamente, llegarán las bendiciones de Dios a tu vida. Los discípulos pudieron haber creído que la promesa de Jesús jamás se cumpliría, pero Dios nunca llega tarde. De repente te encuentras con tu oportunidad y ese anhelo profundo se hace realidad. De repente las puertas se abren, las tormentas se disipan, avanzas sobrenaturalmente y vives tu mejor año. De repente conoces la persona de tu vida, te enamoras y te casas, tus finanzas prosperan y todas las cosas mejoran. De repente las personas correctas se cruzan por tu camino y las bendiciones salen a tu encuentro.
¡Prepárate! Estás a punto de entrar en una nueva dimensión de fe donde los ‘no’ se convierten en ‘sí’, los sueños se convierten en realidad y las promesas tienen su cabal y absoluto cumplimiento. Puede que no lo veas, pero eso no significa que Dios no lo esté haciendo en este preciso momento. La extravagante y generosa bendición del cielo está llegando a tu vida. No olvides que si te acercas a Dios, su grandeza, su favor y sus inagotables riquezas se harán patentes en tu vida.
El pastor Joel Osteen, en su libro ¡Dé el salto!, nos recuerda la historia contenida en Génesis 48. El patriarca Jacob estaba enfermo y a punto de morir. José y sus dos hijos, Manasés y Efraín, van a verlo.
José era el menor de los hijos de Jacob y también el favorito. Durante un tiempo su padre lo creyó muerto y padeció la agonía de un luto prolongado. Después de muchos años supo que Dios lo había preservado y que vivía en el extranjero. Cuando volvieron a reunirse, José llevó a sus dos hijos para que Jacob pudiera conocerlos. Entonces Jacob dijo: “Y ahora tus dos hijos Efraín y Manasés… míos son”, Génesis 48:5. Jacob bendeciría a sus nietos como si fueran sus hijos.
Lo que viene a continuación sorprende: José colocó a sus dos hijos delante del patriarca de tal modo que la mano derecha de Jacob pudiera bendecir al primogénito, es decir a Manasés, el mayor. Era la costumbre según la tradición; el primogénito siempre recibía mayor bendición. Siempre se había hecho así. Sin embargo, Jacob cruzó los brazos y puso su mano derecha sobre la cabeza del hijo menor con la intención de bendecirlo: “Sin embargo, Jacob cruzó los brazos y puso su mano derecha sobre la cabeza de Efraín, que era el menor, y su mano izquierda la puso sobre la cabeza de Manasés, a pesar de que este era el mayor”, Génesis 48:14 (TLA).
Cuando José vio lo que su padre estaba haciendo se disgustó y le dijo que se estaba equivocado al colocar su mano derecha sobre la cabeza del hijo menor: “Pero José se molestó cuando vio que su padre puso la mano derecha sobre la cabeza de Efraín. Entonces José se la levantó para pasarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés. —No, padre mío —le dijo—. Este es el hijo mayor; pon tu mano derecha sobre su cabeza. Pero su padre se negó a hacerlo. —Ya lo sé, hijo mío, lo sé —respondió él—. Manasés también llegará a ser un gran pueblo, pero su hermano menor será aún más grande y de su descendencia se formarán una multitud de naciones… De esta manera, Jacob puso a Efraín antesde Manasés”, Génesis 48:17-20 (NTV). José creía que Manasés tenía el derecho de recibir mayor bendición; pero Jacob, aunque estaba viejo y casi ciego, poseía una visión espiritual de largo alcance. El patriarca Jacob bendijo a su nieto menor a propósito, aunque no era la costumbre en ese tiempo.
Jacob cruzó sus manos adrede porque, aunque Efraín había llegado a este mundo en segundo lugar, Dios lo distinguió. Tal vez no lo merecía o no estaba calificado, pero ahora, por la palabra profética es colocado en una nueva posición. Fue llevado desde atrás hacia adelante; obtuvo lo que no merecía.
Así es nuestro Dios. Él tiene cambios para tu vida que te posicionarán en sitios de privilegio. Quizás no lo hayas ganado, no estés calificado y no seas candidato natural para recibir esas distinciones; pero Dios, al igual que hizo con Efraín, cruzará sus manos y te moverá al primer lugar, hará que seas honrado, tengas influencia y seas de alta estima. Cualquier cosa buena puede sucederte mientras tú amas, obedeces y sirves a Dios. No te asombres. Dios tiene bendiciones inesperadas, sanidades inesperadas y promociones no merecidas.
Pero, ¡cuidado! Cuando tú recibes lo que no mereces habrá personas que se molestarán por tus bendiciones. Esas personas creerán que se está cometiendo una injusticia y tratarán de detenerte, descalificarte y hacerte perder tu promoción. Al igual que José, se disgustarán creyendo que ellas son las elegidas para recibir lo que tú estás recibiendo. Pero se trata de la soberanía de Dios. Lo único que tienes que hacer es inclinarte y esperar que la mano del Dios todopoderoso te toque y su favor te alcance.
Dios cruzará sus manos y te bendecirá dándote lo que tú no podrías haber alcanzado en toda tu vida. Dios te bendecirá a propósito. Te moverá a una nueva posición espiritual y hará que alcances los sueños más rápidamente de lo que imaginas. ¡Así es nuestro Dios! Créelo y recíbelo.
Levántate cada mañana con una mentalidad de fe que te permita experimentar el favor de Dios. David decía: “Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida”, Salmo 23:6. Comienza cada día con una actitud de bendecido. Honra a Dios confiando en su bondad.
Tú tienes que creer que vas a prosperar, que tus ingresos aumentarán, que tu salud mejorará y que tu ministerio se extenderá. Jesús dijo: “Según tu fe te sea hecho”. No puedes subir un nivel con tu vetusta y obsoleta manera de pensar. Alguien dijo una vez que, de tanto en tanto, es saludable sacar nuestros pensamientos afuera y zapatear sobre ellos. ¡Abandona la mentalidad de víctima y de sobrevivencia! Abandona la actitud de escasez y mediocridad. Extiéndete al futuro con ganas. Toma lo bueno que Dios quiere darte.
¿Quién ha dicho que no puedes eximirte en esa materia? ¿Quién dijo que no encontrarás la persona correcta? ¿Quién se opone para que no tengas tus merecidas vacaciones? ¿Quién ha dicho que no lograrás cumplir el sueño que el Señor puso en tu corazón?
Dios tiene preparado para ti cosas más grandes y excelsas de las que te imaginas. ¡Simplemente debes creerlo! ¡Honra al Señor y deja que Él se encargue del resto!

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