Experimenta el poder de la cruz

Esta semana tuvimos la oportunidad de ver una película llamada Do you believe?, la que tradujeron al español como El poder de la cruz. El largometraje comienza con una reflexión acerca del valor que las personas le dan a la cruz. Muchas ni se percatan de la cruz que se exhibe en alguna iglesia cercana o la que tienen colgada en su propio pecho.

El epicentro de la trama gira en torno a aquellas que sí se dan cuenta de ella. ¿Qué significa la cruz para estas personas? La película relata la historia de doce personas que fueron confrontadas a tomar una decisión cuando se encontraron frente a una cruz.

Una de las escenas más impactantes ocurre cuando un hombre predica arrastrando una inmensa cruz de madera: “este mundo va directo a la perdición. Debes abandonar tu mala vida y buscar a Dios. El pagó por tus pecados y tú debes creer”. De repente, vuelve sobre sus pasos cuando un automovilista se detiene para mirarlo. El extraño portador de la cruz le pregunta: “oye hijo, crees en la cruz de Cristo”. Mientras esboza una pequeña sonrisa, el conductor responde: “soy pastor”. “No has contestado mi pregunta”, aclaró el extraño. “Yo te pregunté si crees en Cristo”. “Sí”, contestó categóricamente el conductor, a lo que el hombre dijo: “La cruz esta manchada con sangre, es dolorosa, ama, perdona y exige…”. En ese momento, se acercó a la ventanilla del vehículo y a través de un susurro preguntó: “¿qué crees que exija?”. Acto seguido se contestó a sí mismo en estos términos: “¡Qué profesemos la vida de Cristo a este mundo oscuro!”. Finalmente sentenció: “si crees, la pregunta es: ¿qué harás al respecto?”.

El pastor quedó tan impactado por las palabras de aquel excéntrico predicador que reflexionó acerca del verdadero significado de la cruz toda la semana y decidió comenzar su mensaje dominical haciendo a la iglesia la misma pregunta que aquel extraño le hiciera a él: “¿crees en la cruz de Cristo?”. Para nosotros podría ser muy fácil responder que sí. Sin embargo, esa pregunta nos tuvo en vilo todos estos días e hizo que nos replanteáramos qué representa la cruz. ¿Realmente entendemos su significado?

La cruz expresa amor: “… El amor inagotable de Dios y su fidelidad vinieron por medio de Jesucristo”, Juan 1:17 (NTV). “Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que somos!…”, 1ª Juan 3:1 (NTV). No te olvides de que por la entrega completa de Cristo ERES HIJO, ERES AMADO y ERES BENDECIDO.

La cruz es perdón: “Hermanos, ¡escuchen! Estamos aquí para proclamar que, por medio de este hombre Jesús, ustedes tienen el perdón de sus pecados”, Hechos 13:38 (NTV).

La cruz comunica salvación: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”, Hechos 4:12.

La cruz simboliza sacrificio: “… Dios no se guardó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros…, Romanos 8:32 (NTV). Dios amó tanto al mundo que dio a su Hijo único para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”, Juan 3:16 (PDT). “Dios amó tanto al mundo que dio”. El amor de Dios se tradujo en una acción. El amor lo impulsó a dar y dar lo mejor. “No puedes amar profundamente y ser un dador tacaño”, Wayne Myrs. ¿Qué es lo mejor que podríamos dar? Lo más precioso que tenemos es Jesús. Nuestra fe en Él es lo más valioso, por lo tanto, compartámosla. Dios nos envió para bendecir a otros con nuestra vida, testimonio, predicación, talentos y posesiones. Dios es nuestro ejemplo. Si Él dio sacrificialmente motivado por
el amor, nosotros también podemos hacerlo.

La cruz representa un recordatorio del maravilloso regalo que Cristo es para toda la humanidad: “Dios mostró cuánto nos ama al enviar a su único Hijo al mundo para que tengamos vida eterna… Envió a su Hijo como sacrificio para quitar nuestros pecados”, 1ª Juan 4:9-10 (NTV). “Pero Dios mostró el gran amor que nos tiene al enviar a Cristo a morir por nosotros cuando todavía éramos pecadores”, Romanos 5:8 (NTV).

Aquel predicador callejero del que te compartimos antes expresó algo más en su discurso. Dijo que la cruz exige, demanda. ¿Qué quiso decir? Que la verdadera creencia bíblica requiere acción. Creer es una acción. “… ¿Acaso no te das cuenta de que la fe sin buenas acciones es inútil?… La fe sin buenas acciones está muerta”, Santiago 2:20 y 26 (NTV).

La creencia de que Cristo murió para que nosotros pudiéramos vivir, no solo debería ponernos de rodillas sino también de pie. En la película la mayoría de las personas que escucharon el poderoso
mensaje de la cruz predicado por el pastor, salieron impulsadas a hacer algo en favor de la humanidad. Por ejemplo Joe Philips, un hombre gravemente enfermo de leucemia, cedió su lugar para que una pequeña niña llamada Lily y su madre Samantha fueran atendidas en el hospital. Sabiendo que no encontrarían un sitio para dormir en el albergue municipal les ofreció su propia casa mientras que él pasó la noche en la plaza acostado en un congelado banco de madera. J.D. y su esposa Teri vivían en el pasado haciendo de la habitación de su hija fallecida un museo de recuerdos; sin embargo, después de aquel mensaje decidieron ponerle punto final al dolor y se convirtieron en voluntarios de un comedor infantil del barrio. Pero la historia más inspiradora es la de un bombero que compartió su fe con un miembro de la asociación humanista americana en el momento en que éste yacía aplastado bajo un gran contenedor. Antes de morir fue guiado a hacer una oración en la que entregó su vida a Jesucristo. La esposa del fallecido lo supo y lo demandó por proselitismo religioso. La unidad de bomberos le sugirió que se disculpara. El creyó que no era correcto porque no se arrepentía de haber compartido su fe con un moribundo. A raíz de esto fue llevado a juicio y perdió todas sus posesiones.

¿De dónde sacamos la idea de que solo debemos darle a Dios lo que cómodamente podemos costear o lo que ya no necesitamos? La Biblia dice: Comparte lo que tienes lo más que puedas…”, Eclesiastés 11:2 (DHH). “Adonde quieras que vayas, haz el bien, que después de un tiempo el bien que hagas te será devuelto”, Eclesiastés 11:1 PDT.

A veces nos felicitamos a nosotros mismos porque dimos ropa usada a los pobres o un poco de dinero por encima de nuestros diezmos y ofrendas. Por favor no nos malinterpretes. Estamos seguros
de que Dios se deleita cuando damos, sea lo que fuere, pero hay un gozo adicional al darle a Dios la parte más preciosa de nuestras vidas y posesiones.

Edward Kimball, en el siglo XIX, atendía una zapatería y era maestro de la escuela dominical en una iglesia de Chicago. Utilizaba mucho de su tiempo para visitar a niños y jóvenes de la zona urbana con la intención de ganarlos para Cristo. En 1858 un joven llamado D. L. Moody se convirtió a Cristo a través de él y cuando creció se dedicó al pastorado.

En 1879 se convirtió F. B. Meyer a través de Moody, y también se dedicó al pastorado. J. W. Chapman se convirtió a través de Meyer. Éste le predicó a un beisbolista de nombre Billy Sunday. Sirviendo en
el ministerio como portero y evangelista Sunday dirigió un campamento de avivamiento en Charlotte, Carolina del Norte. Tuvo tanto éxito que invitó a otro evangelista de nombre Mordecai Hamm para predicar. La predicación de Hamm impactó a un adolescente de nombre Billy Graham quien entregó su vida al Señor. ¡Todo comenzó cuando una persona se dispuso a compartir el evangelio!
Es posible que no todos seamos Moody, Billy Sunday o Billy Graham, pero todos podemos ser el instrumento que comience el proceso en la vida de alguien que quizás sí lo llegue a ser. Todos podemos salir a visitar una o varias veces por semana a alguna persona necesitada y hablarle de Jesús como lo hicieron con nosotros alguna vez. Si comenzamos la ciudad será sacudida. ¿Quién puede dimensionar lo que Dios hará a través de tu vida? A todos nos gustaría recibir una visita personal de parte del Señor, pero con frecuencia, esa visita es la que hacemos nosotros para el Señor.

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