Huye de la idolatría, huye de la pornografía

El SEÑOR… me transportó a Jerusalén… Me llevó a la puerta… del templo, donde hay un ídolo grande… Me dijo: “¿Ves los pecados detestables que cometen los israelitas para sacarme de mi templo?”… Luego me llevó… a la puerta norte del templo… allí estaban sentadas algunas mujeres, sollozando por el dios Tamuz. “¿Has visto esto?”, me preguntó. ¡Pero te mostraré pecados aún más detestables!”. Entonces me llevó al atrio interior del templo…

había unos veinticinco hombres… ¡Estaban inclinados hacia el oriente, rindiendo culto al sol!, Ezequiel 8:1-16 (NTV).

Dios abandonó el templo a causa de la GRAN IDOLATRÍA. Ezequiel fue transportado a Jerusalén en una visión y lo primero que el Señor le mostró fue un gran ídolo a la entrada del santuario. Luego observó que las mujeres adoraban al dios Tamuz y, en el interior del templo, veinticinco hombres influyentes rendían culto al sol. Una vez finalizado el ‘recorrido’, Dios le dijo: “¿Ves esto, hijo de hombre? ¿Ves cómo desprecian el templo del Señor y cómo cometen atrocidades allí?… ¡Por eso… no tendré compasión de ellos! Y aunque me imploren a gritos, no los escucharé”, Ezequiel 8:17-18 (PDT).

Dios es inflexible con la idolatría: “Yo soy el SEÑOR tu Dios… No tengas ningún otro dios aparte de mí. No te hagas ninguna clase de ídolo… No te inclines ante ellos ni les rindas culto, porque yo, el SEÑOR tu Dios, soy Dios celoso, quien no tolerará que entregues tu corazón a otros dioses… No deben hacer ningún ídoloque compita conmigo”, Éxodo 20:2-5, 23 (NTV). “… No se hagan ningún ídolo, ni mucho menos vayan a adorarlo. Estarían cometiendo un terrible pecado, y harían que Dios se enojara”, Deuteronomio 4:25 (TLA). “Maldito sea el que haga un ídolo… Dios odia esas cosas’”, Deuteronomio 27:14 (TLA). “Hicieron enojar a Dios… con sus ídolos lo pusieron celoso”, Salmo 78:58 (NTV). “Ustedes… han cometido el peor de los males: Han llenado de pecado este templo, que es mi casa, al poner allí sus ídolos asquerosos”, Jeremías 7:30 (TLA). “Para colmo, ¡en mi propio templo colocaron sus asquerosos ídolos! ¡Eso no lo puedo aceptar!”, Jeremías 32:34 (TLA). “Como ustedes han profanado mi santo templo con sus ídolos inmundostambién yo los voy a destrozar sin misericordia; no tendré compasión de ustedes.”, Ezequiel 5:11 (DHH). “El templo de Dios no puede tener ningún pacto con los ídolos y nosotros somos el templo del Dios viviente”, 2ª Corintios 6:16 (PDT).

Cuando era niño tenía en mi armario (escribe José Luis) un poster con la imagen de Jesús. Era mi costumbre besar la pintura cada vez que abría la puerta. Si no lo hacía me sentía culpable y, como tenía mucho miedo de que Dios se enojara, la próxima vez que abría la puerta besaba la imagen dos veces. ¡Eso era idolatría! Más adelante, en mi adolescencia, cada año hacía una procesión de más de 30 kilómetros detrás de la imagen de la virgen María. ¡Eso también era idolatría!

Hoy nos jactamos de no tener ídolos en nuestros templos. Padecemos de orgullo evangélico al creernos mejores que otras iglesias que adoran imágenes y estatuas. Sin embargo, un ídolo no solo es la imagen de una deidad objeto de culto sino, toda cosa o persona a la que se ama y admira más que a Dios. El auto, la profesión, el deporte, la pareja, un hijo, el púlpito, el dinero o hasta un pasatiempo pueden convertirse en nuestros dioses. Refiriéndose a un actor o cantante suele decirse: “el nuevo ídolo de los jóvenes”. Nadie tiene la intención de adorar, pero si algo ocupa demasiado de nuestro tiempo y de nuestros pensamientos puede convertirse en un dios porque controla nuestra vida. Dentro del contexto cristiano un pastor, predicador, evangelista o incluso una banda de música cristiana podría representar a un ídolo para muchas personas. Es bueno respetar, honrar y seguir el ejemplo de líderes piadosos, pero nunca idolatrarlos.

¿A qué cosas le estás dando más importancia que al Señor? Si tu devoción y servicio a Dios depende del horario de tu programa favorito, entonces la televisión es tu ídolo. Si estás dispuesto a pagar una fortuna para ver en vivo a una banda de música y acampar días o noches esperando la apertura del estadio para tomar los mejores lugares, entonces esos artistas son tus ídolos. También es idolatría el hecho de que estés dispuesto a perder jornadas de trabajo y pagar cualquier precio para ver a tu equipo de fútbol preferido.

Algo más: “Dios me llevó… a la entrada del patio del templo… Me dijo: “Entra y verás las acciones tan repugnantes que allí se cometen”. En cuanto entré, pude ver toda clase de reptiles y de animales asquerosos, pintados sobre la pared. También estaban pintados todos los repugnantes ídolos de los israelitas. Pude ver también que los setenta jefes de los israelitas estaban adorando a esos ídolos… Entonces Dios me dijo: “Mira a los jefes de Israel. ¡Allí los tienes, cada uno adorando en secreto a su propio ídolo! Ellos… piensan que no los veo’”, Ezequiel 8:7-12 (TLA).

Ezequiel observó, al entrar a las recámaras secretas, lo que hacían los líderes en lo oculto: contemplaban imágenes de sus ídolos pintados en las paredes. ¡Secretamente y a espaldas de todo el pueblo! Ellos decían: “El Señor no nos ve”. ¿Qué significa contemplar imágenes en lo oculto? ¿En qué piensas? Acertaste: ¡pornografía!

La pornografía para el cristiano que anhela tener comunión con Dios representa una forma de idolatría. La pornografía, en sí misma, constituye un conjunto de imágenes que para quien las consume, en secreto las adora. Quizás no tenga esa intención original, pero para verlas debe renunciar a la santidad, dejar de lado su in-tegridad, muchas veces renunciar al tiempo de descanso o al compartido con la familia, etc.

Detrás de la idolatría hay una realidad espiritual: “No estoy diciendo que los sacrificios a los ídolos tienen algún valor ni que los ídolos mismos lo tengan. No, porque esos sacrificios se ofrecen a los demonios, no a Dios, y no quiero que ustedes compartan con los demonios”, 1ª Corintios 10:19-20 (PDT). “Así que saquen de su vida todo lo malo: pecados sexuales, inmoralidades, malos pensamientos, malos deseos y codicia, que es una forma de adorar ídolos… Por estas cosas viene el castigo de Dios”, Colosenses 3:5 (PDT), 6 (NVI). Por eso la Biblia insiste en huir de la idolatría no en hacerle frente: “Por tanto, mis queridos hermanos, huyan de la idolatría”, 1ª Corintios 10:14 (NVI). Escapa por tu vida. Huye de la idolatría. Huye de la pornografía.

La pornografía es fácil de encontrar y difícil de abandonar. Empieza muy ‘inocentemente’. Una miradita y después otra. Un momento de curiosidad que se convierte en fascinación. Una ocasión que se transforma en dos, y luego en tres. Un minuto que se prolonga en horas. Una distracción momentánea que se convierte en un hábito que se repite durante meses y años. Finalmente, la persona pierde las cosas más valiosas que posee en su vida: la santidad, la pureza de sus pensamientos, la libertad personal, la comunicación con su cónyuge, el disfrute de una intimidad sana y compartida, el incentivo para progresar en el empleo, la dignidad (porque termina haciendo cosas que juró que jamás haría) y el respeto hacia su propia persona.

Cada vez más investigaciones revelan los efectos absolutamente devastadores de la pornografía sobre quienes caen bajo su maleficio. Entre ellos: mayor probabilidad de depresión clínica severa, sentimientos de soledad, pérdida del empleo, quebranto económico, infidelidad y divorcio. Muchos pierden la capacidad de disfrutar, incluso de tener intimidad marital. Pero lo más grave es que ponen en serio riesgo su vida espiritual. La Biblia dice: “Hice un pacto con mis ojos, de no mirar con codicia sexual a ninguna joven”, Job 31:1 (NTV).

“Han oído el mandamiento que dice: “No cometas adulterio”. Pero yo digo que el que mira con pasión sexual a una mujer, ya ha cometido adulterio con ella en el corazón. Por lo tanto, si tu ojo — incluso tu ojo bueno —te hace caer en pasiones sexuales, sácatelo y tíralo. Es preferible que pierdas una parte de tu cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno”, Mateo 5:27-29 (NTV). “Así que, huyan de los pecados sexuales. Todo pecado que un hombre comete queda fuera de su cuerpo, pero el que comete inmoralidad sexual peca contra su propio cuerpo. ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo?… Entonces, ustedes no son dueños de su cuerpo, porque Dios los ha comprado por un precio. Así que, con su cuerpo, honren a Dios”, 1ª Corintios 6:18-20 (PDT).

La pornografía no es un enemigo invencible. Eso sí: la victoria requiere un compromiso contigo mismo y con tus relaciones. Los autores Stephen Arterburn y Fred Stoeker dicen: “La batalla por la pureza tiene que ver con convertirte en el héroe de tu esposa y no en su pesadilla, y demostrar que eres lo bastante hombre para cumplir tus compromisos con ella”. ¡La vida cristiana es una lucha hasta el final! “Pero tú, hombre de Dios, huye de estas cosas y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia y la mansedumbre. Presenta la buena batalla de la fe, aférrate a la vida eterna...”, 1ª Timoteo 6:11-12 (RVC). Si estás combatiendo, ¡no te desanimes! Jesucristo viviendo en ti puede cambiar tus pensamientos. ¡Puede cambiar tu vida! ¡Pero la decisión es tuya! ¡Y de tu decisión depende tu futuro!”, Rod McNair.

Si reconoces que la pornografía ha sido y es tu lucha ora de la siguiente manera: “Señor, entiendo que la pornografía es una forma de idolatría. Siempre minimicé y oculté mi pecado pero ahora comprendo cuánto daño acarrea y cuán grave es ante tus ojos. Me arrepiento de lo que hice, de cómo te ofendí y de cómo, en mi ignorancia, le abrí puertas al diablo. Señor deseo pedirte perdón, deseo que me ayudes a tomar todas las decisiones que me alejen definitivamente de este pecado que me ha provocado placer y culpa y que ha generado tantas ataduras en mi vida. No tengo las fuerzas en mí mismo para sobreponerme, pero hoy acudo a ti para entrar en pacto contigo. Quiero mantenerme puro, quiero que limpies mi mente de toda la basura con la que la he alimentado y que me liberes de toda influencia diabólica que está actuando en mi vida por causa de mi pecado sexual en relación a la pornografía. Señor quiero interceder por mi familia, especialmente por mis hijos, que esta puerta de mal-dad e idolatría que he abierto no los maldiga a ellos. Con la autoridad de Cristo, cierro toda puerta al mundo demoníaco y declaro que mi mente, mi casa y mis generaciones no tendrán ataduras sexuales ni sufrirán perversiones. Por medio del arrepentimiento y el abandono del pecado le quito toda autoridad legal que le he dado al diablo para que oprima a mi familia. Quitaré de mi casa todo lo que me ha llevado a pecar y seré radical con mi decisión. Ahora, me visto con la santidad de Dios, me visto con el hombre nuevo, me apropio del sacrificio de Jesús. Me comprometo a renovar mi mente con tu Palabra y a ordenar mis caminos conforme a tus propósitos. Bendigo mi casa, la cual queda libre para adorarte y bendecir tu gran nombre. Declaro que yo y mi casa te serviremos desde hoy en adelante sin ataduras, sin idolatría y sin puertas abiertas por la pornografía. En el nombre de Jesús, amén”.

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