Conviértete en una llama viviente

Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”, Mateo 28:19-20 (NVI). Nota el nexo: “vayan y hagan discípulos” y “estaré con ustedes siempre”. Cuando salimos a predicar, Él va con nosotros. Y si no le obedecemos, ¿seguirá estando con nosotros? Una cosa es segura, la obediencia garantiza, la presencia de Dios en nuestras vidas.

La unción y la gran comisión van de la mano. “Y los discípulos… salieron a anunciar por todas partes las buenas noticias del reino. El Señor Jesús los acompañaba y los ayudaba por medio de señales milagrosas...”, Marcos 16:20 (TLA). Leamos de corrido: “vayan… estaré con ustedes siempre… los discípulos salieron… el Señor Jesús los acompañaba y los ayudaba por medio de señales milagrosas”. La presencia de Dios y su manifestación se prometen en un contexto de evangelización. ¿Quieres ver milagros? Predica a Jesús. ¿Quieres experimentar la unción y la llenura del Espíritu? Comparte a Cristo. ¡El poder del evangelio sigue a la predicación!

Esta semana tuvimos la oportunidad de charlar con algunos integrantes del ministerio “enciende una luz”. Exultantes no dejaban de contarnos los milagros que están viendo en el hospital de niños desde que comenzaron con las visitas regulares. Su misión es llevarles esperanza a los niños enfermos. Suelen vestirse de payasos, predicar, dar palabras de ánimo y entregar Cuentos que no son Cuentos a cada niñito que está hospitalizado. Uno de ellos, con un brillo especial en sus ojos, nos dijo: “¡es asombroso!”. “¡Claro que sí!”, contestamos, “¡es que cuando se predica el evangelio hay una explosión de poder!”.

Volvamos al pasaje: “vayan… estaré con ustedes siempre”. Compáralo con este otro: “Estaré contigo dondequiera que vayas”, Josué 1:9 (DHH). Observa que el pasaje no dice: “Estaré contigo dondequiera que yo te lleve”; dice: “dondequiera que vayas”. Dios va adonde tú vas. Si tú te quedas, Él se queda. Hay personas que dicen: “te seguiré al lugar que me lleves” o, “si Dios me pide que vaya, yo voy”. Esas personas están siempre paradas haciendo nada. Nunca avanzan porque están esperando, siempre esperando. Es al revés. ¡Adonde tú vayas Él irá contigo! La orden de marchar ha sido dada. No se necesita ninguna confirmación. Solo necesitas obedecer.

Observa el siguiente pasaje: “Después de la muerte de Es-teban, los seguidores de Jesús fueron perseguidos… muchos de ellos huyeron… fueron a Antioquía y anunciaron el mensaje del Señor Jesús… Y Dios les dio poder y los ayudó para que muchos aceptaran el mensaje y creyeran en Jesús”, Hechos 11:19-21 (TLA). A raíz de la persecución muchos cristianos huyeron llevando el evangelio a cada paraje, región o ciudad a la que emigraban. ¿Quién envió a Felipe a Samaria? Nadie. Fue solo. Sin embargo, un gran avivamiento acompañó al hombre que obedeció el mandato de predicar hasta lo último de la tierra. Hay personas esperando un llamado especial de Dios para hacer lo que ya Él nos mandó hacer. En vez de obedecer esperan confirmación. La secuencia bíblica es: a la instrucción le sigue un hombre obediente, y a éste le sigue la presencia de Dios. ¡La unción se incrementa por medio de la obediencia!

La revelación crece con la obediencia

Dos milenios atrás el Señor nos encargó la misión de predicar el evangelio al mundo entero. Cuando Dios ordena algo, espera que se cumpla. Hasta tanto se obedezca, no hay una nueva revelación. Quizás ésta sea la razón por la que Dios no les está hablando a muchos cristianos. Surge, como consecuencia, la pregunta obligada: ¿estás predicando? El mundo y el mismísimo Satanás intentarán frenarte en esta tarea, pero si te animas a obedecer, prepárate para disfrutar de la unción y de la revelación que acompañarán a la obediencia. No necesitas un ángel que te diga qué hacer para el reino de Dios y el futuro de la iglesia. ¡Ya conoces las prioridades!

En una oportunidad desafié a tres pastores de nuestro equipo a que comenzaran una iglesia en diferentes puntos de la ciudad. Todos me dijeron que no tenían una “palabra de Dios” para hacerlo. “Pero yo sí tengo esa palabra”, les dije enfáticamente y les leí Mateo 28:19-20. Hace más de dos mil años Jesús nos dio la orden de predicar y esa orden todavía está vigente. Él nos pidió ir por todo el mundo anunciando el evangelio del reino y, las ciudades donde queríamos comenzar formaban parte de ese mundo. No había nada que esperar. ¡Había que obedecer!

Mientras nosotros esperamos miles de personas agonizan a nuestro alrededor y pasan a la eterna condenación sin esperanza. Emprender la tarea de hacer que el mundo se reconcilie con Jesús es urgente, necesita premura. El diablo nos tiene entretenidos con muchas actividades dentro de la iglesia a fin de mantenernos lejos de la evangelización.

Predicar la Palabra de Dios le hace mucho daño a Satanás. Cuando comiences a predicar con pasión verás que algunas personas se opondrán y hasta se manifestarán en tu contra; pero también verás los cielos abiertos y un fluir de Dios sobre tu vida que te vigorizará, renovará y llenará de gozo. No podemos justificar nuestra negligencia por no predicar. Incluso la oración misma, que es vital, no debe sustituir al evangelismo. Como dijo Su-zette Hattingh: “¡La oración sin evangelismo es como una flecha disparada al aire!”. “Si tenemos reuniones de oración deberán acompañarse de un esfuerzo por evangelizar”, Reinhard Bonnke.

La necesidad es el llamamiento

El pastor Bill Wilson es el fundador de Metro Ministries International en Brooklyn Nueva York, una iglesia que semanalmente predica el evangelio de Cristo a más de 20.000 niños. Su visión es alcanzar a los niños y jóvenes que viven en los vecindarios más peligrosos y violentos de la gran ciudad, y lo está logrando. En una ocasión le preguntaron cómo había sido llamado a trabajar en Nueva York. Él simplemente respondió que Dios no lo había llamado. “Hay gente que ha llegado a depender de lo que conocemos como ‘el llamado’ de Dios. Si estás esperando alguna revelación sobrenatural o algún rayo del cielo para que guíe tu futuro, lo más seguro es que te quedes esperando para siempre. He conocido a muchas personas que han esperado toda su vida a que Dios les hable. Piensan: “Si no escucho la voz del Señor, no me debo comprometer en ningún ministerio”. Un sinnúmero de cristianos bien intencionados han muerto esperando que Dios los llame a hacer algo, pero nunca hicieron algo mientras esperaban. Sin duda que Dios puede hablar a través de una zarza ardiendo o de una columna de fuego, pero no podemos esperar una señal de esa magnitud. ¿Qué harías si tu casa comenzara a quemarse y tus hijos estuvieran dentro? ¿Dirías: “no voy a entrar a menos que Dios me lo indique”? ¡No! Entrarías a toda prisa porque tus hijos necesitan ser rescatados. Eso mismo es lo que me motivó cuando decidí ir a Nueva York. Estoy convencido de que la necesidad es el llamamiento. Yo no respondí a un llamado audible, actué ante una situación alarmante. ¿Quieres un llamado de Dios? Lo puedes obtener enseguida. Abre tus ojos ante alguna necesidad que hay alrededor tuyo, después da un paso al frente y dedica tu vida a ese proyecto. Así es como se responde al llamado de Dios. El Señor no quiere que estés sentado mientras esperas respuestas. Levántate y actúa. Es posible que no puedas arreglar el mundo, pero tus acciones pueden tocar la vida de alguien. En realidad, es muy sencillo, solo que, al igual que tantas otras cosas en la vida, lo hemos complicado”.

Algo parecido ocurrió con nosotros. No tuvimos una voz del cielo que nos indicara comenzar con el ministerio Restauración Sexual. Todo comenzó cuando realizamos una encuesta entre jóvenes cristianos acerca del comportamiento sexual. Fue una sorpresa saber que más de cuatro de cada diez habían sido víctimas de abuso sexual en la infancia. La necesidad de prevención y restauración hizo que comenzáramos a involucrarnos en este ministerio. La necesidad fue nuestro llamamiento y Dios nos acompañó. Lo mismo sucedió con muchos de los que integran el ministerio de Restauración. No hubo una voz del cielo o un ángel que les dijera que tenían que integrarse. Vieron la necesidad y se comprometieron. Y hoy juntos formamos un equipo comprometido hasta los tuétanos. Dios está esperando por nosotros. Hasta tanto no salgamos del camino de la desobediencia y nos centremos en la evangelización no habrá avivamiento. “Salgamos al mundo a rescatar a los perdidos, antes de que tengamos que ser rescatados nosotros mismos”. Imagínate lo que sucedería si dejáramos brillar la luz que llevamos dentro. El mundo sería totalmente diferente, de eso estamos seguros.

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