Ama a Dios, ama a la iglesia de Dios

Así que la gloria del Señor dejó la entrada del templo...”, Ezequiel 10:18 (PDT).

La gloria del SEÑOR entró al templo… y llenó el templo… El SEÑOR me dijo: “… este es el lugar de mi trono… Viviré aquí para siempre…’”, Ezequiel 43:4-7 (NTV).

El profeta Ezequiel, en su primera visión, presenció el momento exacto en que la gloria de Dios se retiraba del templo. Veinte años después tuvo otra visión en la que observó el regreso de la gloria de Dios. El templo que él vio en su primera visión había sido totalmente quemado. Por lo tanto, cuando el profeta tuvo su segunda visión, el templo no existía. Entonces, ¿a qué templo se refería?

Evidentemente era la visión de un templo nuevo, en el futuro. Sería un lugar en el que Dios habitaría para siempre ¡Un lugar del cual Dios nunca se iría! A la luz del Nuevo Testamento podemos decir que esa casa nueva y definitiva es la IGLESIA.

El Nuevo Testamento cambia la noción tradicional de templo. Cuando Jesús entró al templo y vio a los cambistas y a los que vendían palomas y ovejas, se enardeció y dijo: “¡No hagan de la casa de mi padre una plaza de mercado!… Los judíos le respondieron: “Muéstranos un milagro para probar que tienes derecho de hacer esto”. Jesús les contestó: “Destruyan este templo y lo volveré a construir en tres días”. Los judíos le dijeron: “Para construir este templo se demoraron cuarenta y seis años, ¿y tú vas a construirlo en tres días?”. Con la palabra “templo”, Jesús quiso decir “mi cuerpo’”, Juan 2:16- 21 (PDT).

En el Nuevo Testamento la palabra templo tiene tres acepciones:

1. Representa a la iglesia de todo el mundo:Juntos constituimos su casa… la piedra principal es Cristo Jesús mismo. Estamos cuidadosamente unidos en él y vamos formando un templo santo para el Señor. Por medio de él, ustedes, los gentiles, también llegan a formar parte de esa morada donde Dios vive mediante su Espíritu”, Efesios 2:20-22 (NTV). “Vi… la ciudad santa, la nueva Jerusalén… parecía una novia vestida para su boda, lista para encontrarse con su novio. Y oí que del trono salía una fuerte voz que decía: “Aquí es donde Dios vive con su pueblo. Dios vivirá con ellos, y ellos serán suyos para siempre…’”, Apocalipsis 21:2-3 (TLA).

2. Representa al cristiano individualmente:¿No se dan cuenta de que su cuerpo es el templo del Espíritu Santo…?”, 1ª Corintios 6:19 (NTV). “… Pues nosotros somos el templo del Dios viviente. Como dijo Dios: “Viviré en ellos… Yo seré su Dios…’”, 2ª Corintios 6:16 (NTV).

Compara los dos versículos anteriores con el siguiente: “Por cuanto tenemos tales promesas, limpiémonos de toda inmundicia conduciéndonos en santidad…”, 2ª Corintios 7:1 (NT Pesh Esp).

¿A qué promesas se refiere? A que Dios vivirá en nosotros, 2ª Corintios 6:16. Para que se cumpla tal promesa debemos santificarnos. Ahora observa lo que Ezequiel escuchó acerca del nuevo templo: “El SEÑOR me dijo… Esta es la ley fundamental del templo: ¡santidad absoluta!… Sí, esta es la ley fundamental del templo”, Ezequiel 43:7-12 (NTV).

La condición para que Dios habite y permanezca en la ‘nueva casa’ sigue siendo la misma que para el antiguo templo: la santidad. La falta de santidad pone en riesgo SU PRESENCIA. Si en un proyecto espiritual involucras a varias personas, como por ejemplo la grabación de un CD, la realización de un programa de radio o la organización de un coro, asegúrate que cada integrante sea santo, de lo contrario, el plan completo no prosperará. Cuando escribimos un libro nos aseguramos que en cada paso del proceso de creación estén involucradas personas de Su presencia. En otras palabras, las personas que dibujan, corrijan y editen amen y honren a Dios con sus vidas. Un proyecto espiritual será tan ungido como su integrante más débil.

3. Representa a la iglesia local:¿No se dan cuenta de que todos ustedes juntos son el templo de Dios y que el Espíritu de Dios vive en ustedes? Dios destruirá a cualquiera que destruya este templo. Pues el templo de Dios es santo, y ustedes son este templo”, 1ª Corintios 3:16-17 (NTV).

Grupos extremistas entraron a una iglesia en Nigeria en medio de un culto, tomaron el niño más pequeño del pastor y lo arrojaron por la ventana. Murió al instante. La madre lo recogió, lo colocó dulcemente sobre su falda y continuaron adorando a Dios. Esos cristianos perseguidos demostraron cuán importante es Dios y su gloria, pero para quienes atentan contra la iglesia del Señor el destino que les aguarda es encontrarse con un Dios de juicio. Atentar contra la iglesia local es un asunto extremadamente serio. El juicio contra tales personas será drástico: “Dios destruirá a cualquiera que destruya este templo”.

Existe un plan diseñado en el mismo infierno para desarraigar a los creyentes de la iglesia local. ¿Sabes por qué? Porque la iglesia es el LUGAR DE SU PRESENCIA. Al diablo no le interesa que dejes tu fanatismo deportivo. ¿Cuántas personas conoces que dejaron de ser simpa-tizantes de un club de fútbol para convertirse en adherente de otro equipo? A él le da lo mismo que tu ídolo sea Boca o River; lo que sí le importa es que no te aferres a una iglesia. Él usará todo tipo de estrategias para separarte de la comunión de una iglesia local. Una ofensa, un conflicto no resuelto, la enfermedad de un hijo, la adicción de tu pareja; cualquier circunstancia con el fin de alejarte. Es posible que te insinúe que es bueno que te tomes un tiempo y después “regreses” al servicio con más fuerzas. Incluso te “aconsejará” que te alejes del ser-vicio hasta tanto tengas todos los temas resueltos. Si estás luchando con una debilidad o has pecado te dirá que te alejes hasta que logres superar el asunto. No escuches sus mentiras, en vez de abandonar la iglesia abandona el pecado, en vez de dejar el servicio deja la maldad. El consejo bíblico es dejar de pecar para servir, pero muchos en lugar de abandonar su mala vida dejan de servir y siguen revolcándose en el pecado. Los que hacen esto, al poco tiempo, además de estar secos espiritualmente, nunca vuelven a servir.

David dijo: “Amo tu santuario, SEÑOR, el lugar donde habita tu gloriosa presencia”, Salmo 26:8 (NTV). “Prefiero pasar un día en tu templo que estar mil días lejos de él…”, Salmo 84:10 (TLA). David amaba el lugar donde se asentaba la presencia de Dios. La iglesia es el lugar en el que Dios ha decidido hacer su morada hoy en día. No te avergüences de invitar a tus amigos y familiares a la iglesia. Tu vida debe girar en torno a la iglesia. Los que aman Su iglesia conquistan Su corazón, porque la iglesia constituye la pasión de Dios.

Jesús tenía una predilección especial por la casa de Dios. De niño visitaba el templo. Cuando comenzó su ministerio público fue al templo. Sus discípulos reconocieron ese entusiasmo el día que Jesús echó a los cambistas del templo: “El amor que siento por tu templo me quema como un fuego”, Juan 2:17 (TLA). Jesús dijo: “Sobre esta roca edificaré mi iglesia”, Mateo 16:18. Jesús dio su vida por la iglesia: “Cristo amó a la iglesia. Él entregó su vida por ella”, Efesios 5:25 (NTV). Es más, la Biblia nos manda amar a la iglesia: “Y amen de manera especial a los miembros de la iglesia”, 1 a Pedro 2:17 (TLA). Si a Dios le costó su hijo y a su hijo le costó la vida, ¿por qué subestimamos el valor de la iglesia? Si a Dios le importa Su iglesia, ¡a nosotros también debería importarnos! Si amas a Su iglesia, Dios se sentirá atraído hacia ti.

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