¿Una simple visita o SU PRESENCIA permanente?

“Cierto día, Eliseo fue a la ciudad de Sunem y una mujer rica que vivía allí le insistió que fuera a comer a su casa. Después, cada vez que él pasaba por allí, se detenía en esa casa para comer algo. Entonces la mujer le dijo a su esposo: “Estoy segura de que este hombre que pasa por aquí de vez en cuando es un santo hombre de Dios. Construyamos un pequeño cuarto en el techo para él y pongámosle una cama, una mesa, una silla y una lámpara. Así tendrá un lugar dónde quedarse cada vez que pase por aquí”… Y aconteció que un día vino él por allí, y se quedó…”, 2º Reyes 4:8-10 (NTV) y 11 (RV).

La protagonista del pasaje es una mujer de la ciudad de Sunem, descendiente de la tribu de Isacar, Josué 19:18. De ellos la Biblia dice que “tenían conocimiento de cómo discernir los tiempos para saber lo que Israel debería hacer…”, 1º Crónicas 12:32 (Traducción del Nuevo Mundo). Esa sensibilidad espiritual le sirvió para darse cuenta que Eliseo era un hombre de Dios, por eso no quería perderse la bendición de tenerlo en su casa. La primera vez tuvo que insistir mucho para que aceptara comer con ella y su esposo pero, desde ese día, Eliseo decidió visitar el hogar cada vez que andaba por la zona. ¿Por qué? Seguramente porque fue bien tratado. Lo mismo le sucedió a Jesús en la casa de Marta, María y Lázaro. Allí lo recibían con honra, Juan 12:1-2 (NTV). La forma en la que tú tratas a Dios es la forma en la que Él te tratará a ti. Él siempre estará donde sea bien recibido.  

Lucas 7 narra el episodio de Jesús en la casa de Simón el fariseo: “Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa. Entonces una mujer de la ciudad… trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él… comenzó a regar con lágrimas sus pies… y los ungía con el perfume. Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: “Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora”. Entonces respondiendo Jesús, le dijo: “Simón, una cosa tengo que decirte”. Y él le dijo: “Di, Maestro”… “Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas… No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies… Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados”, Lucas 7:36-48.

En casa de María y Marta Jesús era tratado con respeto y cortesía, como consecuencia, siempre regresaba. En cambio, la Biblia no registra que Jesús haya estado en la casa del Simón otra vez. Su irreverencia y falta de hospitalidad hicieron que Jesús pasara por su casa una vez, pero que nunca más repi-tiera esa mala experiencia.

“Entonces la mujer le dijo a su esposo: “Estoy segura de que este hombre que pasa por aquí de vez en cuando es un santo hombre de Dios. Construyamos un pequeño cuarto en el techo para él… Así tendrá un lugar dónde quedarse… Y aconteció que un día vino él por allí, y se quedó…”, 2º Reyes 4:9-10 (NTV) y 11 (RV). La mujer no se conformaba con una visita, quería tener al profeta el mayor tiempo posible. Entonces construyó una habitación confortable y creó un ambiente en el que pudiera sentirse como en su propia casa. El resultado fue que Eliseo llegó y SE QUEDÓ. La mujer debió haber pensado: “Si este hombre nos bendice cada vez que nos visita, ¿cómo sería si se quedara con nosotros?”.

De la misma manera que la mujer preparó un lugar para el profeta, David preparó un sitio para el arca de la presencia de Dios: “David… preparó un lugar para el arca de Dios y levantó una carpa especial para ella”, 1º Crónicas 15:1, 3, 12 y 16:1 (NTV). David, en alguna de sus experiencias con Dios, debió haber visto la atmósfera de adoración en la que Dios habita y pensó en crear algo semejante en la tierra para atraer su presencia. Lo irresistible para Dios no era ‘el lugar’; es decir, la carpa que David le preparó, sino el clima de adoración permanente que se levantó alrededor de ella. David contrató músicos para que adoraran las 24 horas del día, los 7 días de la semana, los 365 días al año, porque Él conocía el poder de la adoración: “Tú que habitas en medio de las alabanzas”, Salmo 22:3. “David logró que Dios se mudara a vivir con ellos… Lo que pasa es que la adoración vuelve irresistible a Dios”, Marcos Brunet.

David se convirtió en un buen anfitrión de la presencia de Dios. Cuando tú preparas un lugar en el que Dios pueda sentirse como en ‘su propio hogar’ Él vendrá y lo habitará.

Lo importante no es que Dios te visite, sino que decida seguir haciéndolo. Más que eso, en vez de visitas aisladas y esporádicas busca su morada permanente. David hizo que Dios habitara muy cerca de él. No hay promesas de visitas en la Biblia sino de habitación permanente: Viviré en ellos y caminaré entre ellos. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo”, 2ª Corintios 6:16 (NTV). Yo habitaré entre ustedes”, Éxodo 25:8 (PDT). “Yo habitaré entre los hijos de Israel, y seré su Dios”, Éxodo 29:45 (RVC). “Yo habitaré en… medio de los israelitas, y nunca abandonaré a mi pueblo”, 1º Reyes 6:13 (RVC). “Habitará entre los hijos de Israel para siempre”, Ezequiel 43:7. Viviré entre ustedes y no los despreciaré. Caminaré entre ustedes”, Levítico 26:11-12 (NTV). “El Señor afirma: “¡Canten de alegría, habitantes de Jerusalén, porque yo vengo a vivir entre ustedes!’”, Zacarías 2:10 (DHH).

Deberíamos hacer sentir tan bien a Dios que Él quiera no sólo visitarnos sino permanecer con nosotros. El respeto, la honra, la obediencia y un estilo de vida de adoración transforman el ambiente espiritual tornándolo irresistible para Dios. ‘Fuerza’ a Dios para que se quede contigo. Imita a los discípulos camino a Emaús: “Ellos le rogaron, diciendo: –Quédate con nosotros… Entonces Jesús entró y se quedó con ellos”, Lucas 24:29 (PDT). Invita insistentemente a Dios para que te acompañe con SU PRESENCIA. Su promesa es de HABITACIÓN PERMANENTE, por lo tanto, ¡te conformes con una simple VISITACIÓN!

Retomemos por un momento el primer texto bíblico. Observa que cuando el profeta Eliseo SE QUEDÓ en la casa de la sunamita ocurrieron hechos sobrenaturales: “Dile a la mujer sunamita que quiero hablar con ella. Cuando ella llegó, Eliseo le dijo a Giezi: Dile: “Agradecemos tu amable interés por nosotros. ¿Qué podemos hacer por ti? ¿Quieres que te recomendemos con el rey o con el comandante del ejército?”. “No”, contestó ella, “mi familia me cuida bien”. Más tarde, Eliseo le preguntó a Giezi: “¿Qué podemos hacer por ella?”. “Ella no tiene hijos”, contestó Giezi, “y su esposo ya es anciano”. “Llámala de nuevo”, le dijo Eliseo. La mujer regresó y se quedó de pie en la puerta mientras Eliseo le dijo: “El año que viene, por esta fecha, ¡tendrás un hijo en tus brazos!”… Efectivamente, la mujer pronto quedó embarazada y al año siguiente, por esa fecha, tuvo un hijo, tal como Eliseo le había dicho”, 2º Reyes 4:12-17 (NTV). Cuando Dios está presente cosas buenas comienzan a suceder. La mujer no necesitó hacerle saber al profeta su necesidad, pero al sentirse tan bien recibido Eliseo quiso recompensarla: “Mira, has hecho lo mejor que has podido para atendernos. ¿Qué podemos hacer por ti?”, versículo 13 (PDT). Cuando Dios es honrado las necesidades son satisfechas. Después que honró al Rey, Ester obtuvo todo lo que pidió, Ester 5:4, 8; 7:3; 8:5; 9:13-14. “Honren al Señor… pues nada faltará a los que lo honran”, Salmo 34:9 (DHH). Cuando Dios llega, siempre lo hace con regalos. Cuando el Señor se manifiesta nuestras más sentidas necesidades son suplidas. 

La mujer no tenía ningún interés mezquino en servir al profeta. La sola presencia del profeta en su casa resultaba suficiente. Sin embargo, obtuvo por añadidura lo que anhelaba su alma. Cuando el rey ofreció a Ester la mitad de su reino ella no lo aceptó, se conformaba con que el rey estuviera en su fiesta. Hay personas que estiman, valoran y consideran de mayor importancia la presencia de Dios que su favor. Que quede claro, si bien es cierto que tener a Dios es tener su bendición, nuestra motivación más íntima no debe ser que Él abra su mano sino que nos comparta lo que hay en su corazón.

EN VIVO