El protocolo para entrar a su presencia

Después que David fracasara rotundamente en su intento por traer el arca se preguntó: “¿Quién puede entrar a tu presencia…?”, Salmo 15:1 (NTV). “¿Quién permanecerá en su lugar santo?”, Salmo 24:3 (RVA). Los Salmos 15 y 24 establecen las condiciones necesarias para la comunión con Dios:

1. El bien ser. “El que anda en integridad”, Salmo 15:2.

Para disfrutar de amistad con Dios los requisitos no se relacionan con el tener o con el saber sino con el ser. Lo que somos es más importante que lo que hacemos: Los que son honestos y justos, los que se niegan a obtener ganancias por medio de fraudes, los que se mantienen alejados de los sobornos, los que se niegan a escuchar a los que traman asesinatos, los que cierran los ojos para no ceder ante la tentación de hacer el mal; éstos son los que habitarán en las alturas…”, Isaías 33:15-16 (NTV). En otras palabras, ¡la integridad te da acceso a su presencia!

Dios está interesado en la educación formativa de sus hijos. Dios espera que las personas que se acerquen a Él guarden semejanza con su carácter: Él reserva su ayuda para la gente íntegra y protege a los de conducta intachable”, Proverbios 2:7 (BAD). “El Señor… es el mejor amigo del hombre honesto”, Proverbios 3:32 (PDT). “El SEÑOR… se deleita en los que tienen integridad”, Proverbios 11:20 (NTV).

A diferencia de nuestra cultura, que venera la educación instructiva o de conocimiento, David se preocupaba por la formación del carácter y el desarrollo de la persona, valores que no se enseñan en las escuelas, ni siquiera en los seminarios de capacitación teológica. El hombre de Dios establece diez requisitos por medio del salmo: vivir en integridad, hacer justicia, no mentir, no calumniar, no hacer mal al prójimo, no reprochar, no menospreciar, no jurar para hacer daño, no practicar la usura y no admitir soborno.

El apóstol Pablo es consecuente con este pensamiento. Para él el liderazgo de vida era requisito indispensable para el liderazgo organizacional, 1ª Timoteo 3:1-7; Tito 1:5. De los quince requisitos aludidos en la carta enviada a Timoteo, menciona trece que se relacionan con el carácter y solamente dos con el saber (apto para enseñar y que no sea un neófito). En otras palabras, nadie puede liderar la iglesia de Dios, a menos que haya aprendido a liderar su propia vida.  

¿Cómo demostrar integridad? Siendo puntual y res-petuoso del tiempo de los demás. Siendo fiel y cum-pliendo las promesas que hacemos. Trabajando de buena gana y no a reglamento. Haciendo lo que es correcto cuando nadie nos mira. Diciendo la verdad. No hablando mal de otros. Un día Billy Graham cruzó la calle tomado de la mano de una señorita. Alguien tomó una fotografía y la publicó. El artículo decía: “Billy Graham camina de la mano de su amante en Europa”. Cuando lo llamaron para pedirle cuentas, Billy Graham afirmó que sí anduvo de la mano con esa señorita por Europa, pero que no era su amante si no su hija. ¿Crees que la persona que escribió el artículo se rectificó aclarando la situación? ¿Cuántas veces has difamado a personas y luego te diste cuenta de que no era como pensabas? ¿Aceptaste tu error? ¿Hiciste algo para enmendarlo?

Si piensas ser íntegro, elige lo correcto sin importar las consecuencias. Por ejemplo, si la única manera de mantener tu empresa es a través de sobornos, ciérrela, y no comprometas tu carácter; Dios va a respaldar tu integridad. Las riquezas y la prosperidad no se miden por la cantidad de cosas que tengas sino por la manera en la que las lograste. Si por ser íntegro vas a perder tu trabajo ten la confianza que Dios te dará uno mejor o te hará empresario. Si por ser íntegro pierdes amigos, ten por seguro que Dios te va a dar amistades más valiosas. Si pierdes la pareja con la que te ibas a casar por causa de tu integridad, ten por seguro que Dios te dará una mejor que esa. Cierta vez un hombre se fue temprano del trabajo para organizar el funeral de su abuela. La mañana siguiente el jefe le dijo: “¿Usted cree en la vida después de la muerte?”. El empleado miró al jefe y respondió: “Pues sí”. El jefe contestó: “Hombre, eso me hace sentir mucho mejor”. “¿Por qué?”, preguntó el empleado. El jefe dijo: “Bueno, es que ayer después que usted se fuera al funeral de su abuela, ella pasó para verlo”.

2. El bien hacer. “Los que… hacen lo correcto”, Salmo 15:2 (NTV).

Lo que uno hace es importante, pero es tan sólo el resultado de lo que uno es. “Dios mira con mucha atención la conducta de todos nosotros”, Proverbios 5:21 (TLA). “El Señor se fija en nuestra conducta”, 1ª Corintios 11:31 (TLA). “Tú sigue por el buen camino y haz siempre lo correcto, porque sólo habitarán la tierra y permanecerán en ella los que siempre hagan lo bueno…”, Proverbios 2:20-22 (TLA). “Corrige tu conducta, afirma todas tus acciones. Por nada de este mundo dejes de hacer el bien; ¡apártate de la maldad!”, Proverbios 4:26-27 (TLA). “Esto dice el SEÑOR… hagan lo que es bueno y correcto…”, Isaías 56:1 (NTV). “El SEÑOR te ha dicho lo que es bueno, y lo que él exige de ti: que hagas lo que es correcto…”, Miqueas 6:8 (NTV). “¡Pecadores, dejen de hacer el mal! Los que quieren amar a Dios, pero también quieren pecar, deben tomar una decisión: o Dios, o el mundo de pecado”, Santiago 4:8 (TLA).

3. El bien decir. “Los que dicen la verdad…”, Salmo 15:2 (NTV).

“Hagan todo sin hablar mal de nadie y sin discutir por todo”, Filipenses 2:14 (TLA). “El Señor aborrece los labios mentirosos”, Proverbios 12:22 (NVI).

La verdad es la virtud más apreciada en las relaciones interpersonales. Una amistad no puede sostenerse sobre el fundamento de la mentira; tampoco una fami-lia, empresa, iglesia o nación. Seguro que alguna vez sufriste las consecuencias de la traición. ¿Cuánto tiempo te llevó recobrarte después de que alguien te mintiera descaradamente?

¿Sabes cuál es la clave de Proverbios para mentir menos? Hablar menos. “El que mucho habla, mucho yerra; el que es sabio refrena su lengua”, Proverbios 10:19 (NVI). Hablando menos tendrás menos dolores de cabeza y menos problemas que lamentar; menos pecados por los que pedir perdón y menos promesas que cumplir. Hablar menos es un buen negocio. No tienes que participar de cada conversación. No tienes que expresar cada pensamiento que viene a tu mente. Lo que sí tienes que hacer es pensar cuidadosamente antes de hablar. El discípulo de un gran filósofo llegó muy agitado a su casa y empezó a hablar en estos términos:

– Maestro, quiero contarle cómo un amigo suyo estuvo hablando de usted con maldad.

El filósofo lo interrumpió y le dijo:

– Espera. ¿Ya hiciste pasar a través de las tres vallas lo que me vas a decir?

– ¿Las tres vallas? –dijo el alumno.

– Sí –replicó el filósofo. La primera es la verdad. ¿Ya examinaste cuidadosamente si lo que me quieres decir es verdadero en todos sus puntos?

– No, simplemente lo oí decir por algunos vecinos, respondió el muchacho.

– ¿Lo hiciste pasar por la segunda valla que es la bondad? Lo que me quieres decir, ¿es bueno?

– No, en realidad no; al contrario –dijo tímidamente el discípulo.

– ¡Ah! – interrumpió el filósofo – entonces vamos a la última valla. ¿Es necesario que me cuentes?

– Para ser sincero, no; necesario no es.

– Entonces –sonrió el sabio– si no es verdadero, ni bueno, ni es necesario… Sepultémoslo en el olvido.

¿Qué se le promete al que es íntegro, hace lo que es correcto y dice la verdad? “Sólo el que lleve una vida así podrá estar siempre cerca de Dios”, Salmo 15:5 (PDT). Estas personas: “Recibirán la bendición del SEÑOR y tendrán una relación correcta con Dios su salvador”, Salmo 24:5 (NTV). En otras palabras, se les promete PRESENCIA Y BENDICIÓN.

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