Dios no tiene favoritos

“El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como cuando alguien habla con un amigo”, Éxodo 33:11 (NTV). ¿Es posible tener el mismo nivel de comunión con Dios que tenía Moisés? ¿Quién determina el grado de intimidad? ¿Es Dios o somos nosotros? ¿Por qué hay per-sonas que se conforman con tan poco? ¿Es por falta de tiempo o es la intensidad del deseo lo que escasea? Vivimos tan cerca de Dios como queremos. En el pasado tuvimos con el Señor el grado de intimidad que hemos querido tener, en el presente tenemos tanta intimidad como deseamos y así será en el futuro.

Oswald Sanders, en su libro Disfrutemos de Intimidad con Dios, reflexiona acerca de cuatro niveles de intimidad con Dios:

1) El círculo exterior: “Sólo a Moisés se le permite acercarse al SEÑOR. Los demás no se acercarán, y a nadie del pueblo se le permite subir al monte con él”, Éxodo 24:2 (NTV). ¿Por qué Moisés podía acercarse a Dios y el pueblo no? ¿Por qué esa exclusividad? Porque ellos no quisieron aceptar la invitación de tener comunión con Dios: “Todos… se mantuvieron alejados. Luego le dijeron a Moisés: —Si quieres hablar con nosotros, te escucharemos. Pero, por favor, no dejes que Dios nos hable”, Éxodo 20:18-19 (PDT). El pueblo estaba dispuesto a volver a Egipto por los ajos y los puerros, Números 11:5; mientras que Moisés prefería estar en el peor lugar del mundo con Dios que ir a la tierra prometida sin Él, Éxodo 33:15. Está claro por qué Dios no permitió que el pueblo subiera el monte.

2) El segundo círculo: “Dios le dijo a Moisés: —Sube aquí donde yo estoy y trae contigo a Aarón, Nadab, Abiú y a setenta de los ancianos líderes de Israel… Luego… subieron y vieron al Dios de Israel… Ellos vieron a Dios”, Éxodo 24:1-11 (PDT). Este grupo de personas sobrepasó el límite establecido para el pueblo y tuvo el privilegio de estar mucho más cerca de Dios. Sin embargo esta experiencia no les sirvió de mucho, ya que 40 días después construyeron un becerro de oro y lo adoraron. Se prostituyeron con un ídolo hecho con sus propias manos. Demostraron que no estaban capacitados para tener un encuentro con Dios en la cumbre del monte. También nosotros tenemos ídolos que hemos fabricados con nuestras propias manos: el trabajo, la empresa, el entretenimiento, etc. Los ídolos nos alejan cada vez más de la comunión íntima con Dios.

3) El tercer círculo: Moisés y su siervo Josué se levantaron…. Moisés… les dijo a los ancianos: —Espérennos aquí hasta que volvamos”, Éxodo 24:13-14 (PDT). Cuanto más arriba en el monte vamos menos personas encontramos. De toda la multitud sólo dos se hallan en el tercer círculo. ¿Qué sabemos de Josué? “Al entrar Moisés en el tabernáculo… el Señor hablaba con Moisés cara a cara… Después Moisés volvía al campamento, pero el joven Josué… su servidor, nunca se apartaba del tabernáculo”, Éxodo 33:9-11 (RVC). El tabernáculo era el lugar donde Dios se manifestaba; el lugar del encuentro. En sus tiempos libres Josué elegía el tabernáculo para encontrarse con Dios. A excepción de su líder Moisés, Josué fue el único que subió a lo más alto del monte. Había hecho méritos suficientes para tener semejante privilegio.

4) El círculo interior: “Moisés subió a la montaña y una nube lo cubrió. La gloria del Señor bajó… El Señor llamó a Moisés desde adentro de la nube… Moisés entró en la nube… y ahí permaneció durante cuarenta días y cuarenta noches”, Éxodo 24:15-18 (PDT). En su generación, Moisés fue el único hebreo bien tratado en Egipto, aun así nunca quiso volver. Prefería quedarse en el desierto con Dios que ir a la tierra prometida con un ángel. Además, intercedió por el pueblo aun a costa de su propia vida y no lo hizo una vez sino de modo reiterado. No hace falta explicar por qué Moisés tuvo el honor de estar en la cumbre del monte con Dios. De haber vivido en los tiempos del Antiguo Testamento, ¿en qué grupo nos encontraríamos?: ¿con la multitud?, ¿con los setenta y cuatro?, ¿con los dos?, ¿o seríamos la única persona en la cumbre del monte con Dios?

Círculos de intimidad en el Nuevo Testamento

Si pensamos en el ministerio de Jesús llegaremos a la conclusión de que algunas personas estaban más cerca de Él que otras. Jesús tenía setenta discípulos encargados de predicar en diferentes lugares. Luego tenía el círculo de los doce apóstoles. Estos, a diferencia de los anteriores, pasaban más tiempo con Jesús. Dentro de los doce había un círculo aún más íntimo compuesto por Pedro, Jacobo y Juan que disfrutaban de privilegios mayores como ser testigos del poder de Jesús (resucitación de la hija de Jairo, Lucas 8:51), de su gloria (monte de la transfiguración, Mateo 17:1) y de su agonía (en el huerto, Mateo 26:37). Por último había un solo discípulo que se apropió del lugar especial en el pecho de Jesús y a través de quién los demás canalizaban sus preguntas, Juan 13:23-25.

¿Los privilegios que disfrutaron algunos discípulos fue una elección de Jesús o ellos hicieron méritos? La Biblia dice claramente que “Dios no tiene favoritos”, Romanos 2:11 (TLA). Podemos estar tan cerca de Jesús como queramos. Oswald Sanders dice: “La relación de estos hombres con Jesús fue el resultado de su propia decisión. Esto nos hace pensar que nosotros también estamos tan cerca de Cristo como hemos decidido. La intimidad creciente de los tres con Jesús fue el resultado de la profundidad de la respuesta de ellos a su amor y capacitación. Tal parece que la admisión al círculo interno de intimidad creciente con Dios es el resultado de un deseo profundo. Solo para aquellos que consideran una intimidad tal como un premio digno de sacrificar cualquier cosa, es probable que la alcancen. Si deseamos más otras intimidades, no podremos entrar en ese círculo. El lugar en el pecho de Jesús está aún vacante, y está disponible para cualquiera que esté dispuesto a pagar el precio de intimidad creciente”.

Marcos Brunet, en su libro Dios no tiene favoritos, tiene íntimos, dice que cuando Jesús caminaba por la tierra había muchas personas a su alrededor pero no todos los que estaban cerca eran íntimos. La multitud lo seguía a todas partes pero sólo por las bendiciones; no estaban interesados en Él sino en lo que Él podía darles. Estaban los religiosos. Siempre que Él enseñaba había un fariseo cerca buscando algún error para acusarlo de algo malo. También hoy existen fariseos que lo único que hacen es analizar y criticar, no tienen ningún interés en amar o servir a Jesús. Luego estaban los seguidores, algunos de los cuales se transformaron en discípulos. Se distinguían de entre los demás porque tenían el poder y la autoridad para sanar enfermos, echar fuera demonios y profetizar. Se contentaban con ser usados pero no iban un poco más allá. Y por último estaban los íntimos.  “Había una multitud, varios fariseos, muchos seguidores, pero uno solo era íntimo, que podía recostarse en su pecho, escuchar los latidos de su corazón y saber los secretos de las cosas que estaban por suceder. No era Jesús que prefería a Juan, era Juan que prefería a Jesús. Renunciaba a su vida, a los placeres de su juventud y a todos sus sueños personales para vivir en función del Maestro que lo llamó. Juan no se conformó con ser salvo, llamado y usado por Él. Juan quiso ser amigo íntimo. ¡Este acceso está disponible para todos aún hoy!”.14

¿Cuán cerca de Jesús deseas estar? ¿Te conformas con estar entre la multitud? ¿Eres un religioso que sabe lo que tienes que hacer pero no vives para agradar y servir a Jesús? ¿Eres un seguidor satisfecho con su poder pero sin su amistad, o quieres ser un íntimo que vive sólo para el placer de su Señor? Tu respuesta determinará tu relación con Jesús. Recuerda que algunos son íntimos no porque son preferidos sino porque son más apasionados.

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