El temor de Dios

“¿Qué deseas, reina Ester?… Ester contestó: —Si al rey le agrada, venga… al banquete que preparé para el rey… Mientras bebían vino, el rey le dijo: —Ahora dime lo que realmente quieres… Ester contestó: —Si he logrado el favor del rey y si al rey le agrada conceder mi petición y hacer lo que le pido, le ruego que venga mañana… al banquete que prepararé… Entonces el rey y Amán fueron al banquete de la reina Ester… El rey volvió a decir a Ester: —Dime lo que desees… La reina Ester contestó: —Si he logrado el favor del rey, y si al rey le agrada conceder mi petición, pido que mi vida y la vida de mi pueblo sean libradas de la muerte”, Ester 5:3-8; 7:1-3 (NTV). 

“Luego Ester volvió a presentarse ante el rey, cayó a sus pies y le suplicó con lágrimas… —Si al rey le place y yo he logrado su favor, y si al rey le parece correcto y yo le resulto agradable, que se emita un decreto que anule las órdenes de Amán… quien ordenó la destrucción de los judíos en todas las provincias del rey”, Ester 8:3-5 (NTV).

De la forma en que Ester trata al rey se desprenden varios principios espirituales:

1. El rey no se presentará donde no sea honrado.

“Si le parece bien a Su Majestad —respondió Ester—, venga hoy al banquete que ofrezco en su honor…”, Ester 5:4 (NVI). Si la fiesta no es en su honor, el rey no estará. Ester nunca deshonró al rey. Aunque era reina, jamás le faltó el respeto; nunca fue excesivamente familiar con él. Sin embargo, ese es un problema muy común con los creyentes de hoy en día. Ser hijo o hija de Dios no nos da derecho a tratar a Dios irrespetuosamente. Si estuvieras en presencia de tu cantante favorito o un gran jugador de fútbol estarías atento escuchando todo lo que dice. ¿Tú crees que Dios hablará cuando no eres respetuoso ante su presencia? No podemos ser irreverentes con Dios y sus cosas y pretender que nos trate bien. Oseas 7:16 dice: “No me toman en cuenta y por eso fracasan en todo”, TLA. David expresó: “Adoraré en tu templo con la más profunda reverencia”, Salmo 5:7 (NTV). “Muestra reverencia por mi santuario”, Levítico 19:30 (NTV). Dejar basura sembrada por el piso del templo es irreverencia hacia las cosas de Dios. Pegar chicles debajo de las sillas o tirar el rollo entero de papel higiénico en el inodoro es ser irreverente con las cosas de Dios. Escuché que un pastor hizo sacar del templo a un hombre endemoniado que le estaba vomitando la alfombra. Parece un caso extremo pero, ¡si cuidas las cosas de Dios, Dios cuidará las tuyas! 

2. Cuando el rey es honrado, las necesidades son satisfechas. 

Ester obtuvo todo lo que pidió (Ester 5:4, 8; 7:3; 8:5; 9:13-14) pero sólo en presencia del rey. “Honren al Señor… pues nada faltará a los que lo honran”, Salmo 34:9 (DHH). “Y como las parteras tuvieron temor de Dios, él hizo que sus familias prosperaran”, Éxodo 1:21 (RVC). Posterga tus peticiones y preocúpate por su presencia. Cuando el Señor se manifiesta nuestras más sentidas necesidades son suplidas. 

3. La irreverencia no será tolerada en presencia del rey. 

“¿Qué debe hacerse con la reina Vasti?, preguntó el rey. ¿Qué sanción impone la ley para una reina que se niega a obedecer las órdenes que el rey le envía?… Debería ordenar que la reina Vasti sea excluida para siempre de la presencia del rey…”, Ester 1:15-19 (NTV). Lo que estaba en juego era el honor del rey delante de todo el pueblo. La deshonra podría ser contagiosa. Si la reina se comportaba irreverentemente con el rey, ¿qué se esperaría de los demás súbditos? “La reina Vasti ofendió… al rey… Ahora, en todas partes, las mujeres comenzarán a despreciar a sus maridos cuando se enteren de que la reina Vasti se negó a presentarse ante el rey…”, Ester 1:16-17 (NTV). La razón por la que la gente no teme a Dios es porque los creyentes no le temen. Los musulmanes están dispuestos a matar y a morir por una caricatura de Mahoma, pero los cristianos permanecemos indiferentes cuando alguien se burla de Jesús. “Esto es lo que el SEÑOR dijo: “Como santo seré tratado por los que se acercan a Mí, y en presencia de todo el pueblo seré honrado’”, Levítico 10:3 (NBLH). Cuando Ananías y Safira fueron juzgados se restableció el temor de Dios en la iglesia: “Y un gran temor se apoderó de toda la iglesia”, Hechos 5:11 (BAD). Es perentorio que el temor de Dios se restaure en medio de su pueblo. “No tienen temor de Dios en absoluto”, Romanos 3:18 (NTV). El Salmo 25:14 expresa: “El Señor reserva su amistad personal para los que le tienen un temor reverente (PDT). 1a Pedro 1:17 nos recuerda: “Vivan el resto de sus vidas en el temor de Dios” (RVC). Sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia”, Hebreos 12:28 (RV95).

Ser amigos de los enemigos de Dios también es deshonra. Solemos pasar tiempo, comer asados, incluso asociarnos comercial o emocionalmente con personas que viven en pie de guerra con Dios. Observa el siguiente pasaje: “Aquel día, Amán se fue alegre… Pero cuando llegó a la entrada del palacio y vio que Mardoqueo no se ponía de pie… se enfureció mucho… Se fue a su casa y mandó buscar a sus amigos y a su esposa Zeres. Amán les habló de las grandes riquezas que poseía… de todos los honores que había recibido del rey… Después les dijo: —La reina Ester… nos ha invitado a otro banquete que ofrecerá mañana. Pero este gozo se me acaba cuando veo a ese judío Mardoqueo sentado a la entrada del palacio. Entonces su esposa Zeres y todos sus amigos le aconsejaron: —Manda construir una horca de unos veintidós metros de altura… Mañana por la mañana, le dirás al rey que haga colgar a Mardoqueo en esa horca. Así podrás disfrutar del banquete, en compañía del rey. Este consejo le agradó a Amán, y mandó a construir la horca”, Ester 5:9-14 (TLA).

La Biblia nos sugiere: “Júntate con sabios y obtendrás sabiduría; júntate con necios y te echarás a perder”, Proverbios 13:20 (DHH). Si deseas andar más cerca de Dios deberías ponerte bajo la influencia de personas que hacen de la disciplina espiritual una prioridad. Las amistades necias pueden arruinarte y socavar tus convicciones. ¿Cuándo fue la última vez que reprendiste a una persona por ser irreverente con Dios? Tenemos miedo de la gente y no tememos a Dios. Billy Graham dijo: “Nuestra sociedad se esfuerza por no ofender a nadie… excepto a Dios”. Proverbios 16:6 dice: “Con la misericordia y la verdad se consigue perdón de la iniquidad; y con el temor de Jehová los hombres se apartan del mal (VM).

Un párrafo aparte para la esposa de Amán. No tenemos porqué afligirnos si erramos un penal en un partido de fútbol, si perdemos una herencia familiar, se nos quema la comida de fin de año o nos abollan el guardabarros del automóvil. Eso no importa demasiado. Pero no te equivoques a la hora de elegir tu cónyuge. No te sometas a pasar años de dolor y sufrimiento.

Dios espera que el matrimonio sea una sociedad para toda la vida. Proverbios usa un lenguaje franco y colorido para recordarnos lo que podría ser un matrimonio desgraciado: “Más vale habitar en un rincón de la azotea que compartir el techo con una persona pendenciera…”, Proverbios 21:9 (BAD). Lo que el escritor está diciendo es que en cualquier lugar estaríamos mejor que en una relación íntima con la persona equivocada. 2ª Corintios 6:14 dice: “No formen yunta con los incrédulos. ¿Qué tienen en común la justicia y la maldad? ¿O qué comunión puede tener la luz con la oscuridad?” (NVI). Lo que significa es que una persona que ama a Dios y sigue a Cristo no debiera casarse nunca con una persona que no tenga el mismo compromiso de fe. Una cosa es que la pareja no comparta un mismo interés por la danza, por el deporte o por la comida de restaurante. Si sienten satisfacción en otros aspectos de la relación, es probable que consigan adaptarse a esas diferencias. Pero cuando uno de los cónyuges coloca a Dios en el centro de su vida y el otro no lo hace, esa situación provoca una disonancia profunda. Cuando el primer y principal anhelo de uno de los miembros de la pareja es ser fiel a Dios, agradarle, servirle y proclamar su bondad; mientras que al otro no le interesan las cosas de Dios, seguramente habrá un profundo sentimiento de soledad y frustración en cada uno de los cónyuges. Sé sabio y elige bien. Prioriza las cosas espirituales. Dios en el centro del hogar es la mayor bendición de una familia.

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