Las comodidades del palacio o la bendición de su presencia

Protocolo para obtener el favor del Rey

“El rey Jerjes estaba muy alegre y… ordenó… que le trajeran a la reina Vasti… pero… ella se negó a ir. Esa respuesta enfureció al rey y lo hizo arder de enojo… La reina Vasti ofendióal rey… La reina Vasti sea excluida para siempre de la presencia del rey…”, Ester 1:10-19 (NTV).

¡Un acto de irreverencia puede alejarte de la presencia del Rey y, en ciertas ocasiones, para siempre! A causa de la irreverencia Uza perdió la vida y Moisés la tierra prometida. Faltarle el respeto al Rey es cosa seria. Recordemos el gran descubrimiento que hizo David en su intento por traer el arca: la presencia y la bendición de Dios es proporcional a la honra que se le brinda. 

La joven que más agrade al rey será reina en lugar de Vasti… Ester, junto con muchas otras jóvenes, fue llevada al harén del rey… Cuando llegaba el momento para presentarse en el palacio del rey, se le permitía elegir la ropa y las joyas que quisiera llevarse del harén. Esa noche la llevaban a las habitaciones privadas del rey, y a la mañana siguiente, la pasaban a un segundo harén, donde vivían las esposas del rey. Allí quedaba… Jamás volvía a la presencia del rey a menos que a él le hubiera agradado de manera especial…”, Ester 2:4-14 (NTV). Ser invitada a estar en presencia del rey era el honor más grande que se le ofrecía a quien conquistara su corazón; privilegio que la reina Vasti había menospreciado.

“Asuero se enamoró de Ester como nunca se había enamorado de ninguna mujer. De tal manera se ganó ella su cariño, que Asuero la favoreció más que a cualquiera de las otras jóvenes que habían estado con él, y le puso la corona real en la cabeza y la nombró reina en lugar de Vasti”, Ester 2:17 (DHHe). Tommy Tenney, en su libro La casa favorita de Dios, hace un análisis muy lindo de este pasaje. ¿Qué hizo Ester para conquistar el corazón del rey? Ofreció el mejor regalo. ¿Su belleza? No lo creo, el rey tenía a su disposición las mujeres más hermosas y durante todo el tiempo que quisiera. ¿Su dinero? El rey lo tenía todo. Su reino abarcaba más de veinte naciones y sus límites iban desde la India hasta Etiopía. Entonces, ¿qué fue lo que hizo? Los eruditos creen que había más de 1.400 mujeres candidateadas para un mismo cargo. La competencia era feroz. Las damas usaban sus encantos para ocupar el puesto más importante al que una mujer podía aspirar. “Era el lugar en el que las mujeres tenían a su disposición todas las joyas, todos los perfumes, todos los zapatos, todos los cosméticos y toda la ropa necesaria para hacerlas físicamente atractivas y encantadoras a los ojos del solitario rey. Este era el lugar que hubiera hecho que las tiendas más lujosas del mundo como Tiffany, Gucci, Armani, Luis Vuitton, Prada, Versace, desaparecieran en la insignificancia”, Chuck Swindoll.

Ester 2:15 revela el secreto para agradar al rey: “Cuando a Ester… le llegó el turno de presentarse ante el rey, ella no pidió nada…” (BAD). Ester siguió el consejo del asistente personal del rey y se preparó pensando en cómo agradarlo: “Ester… fue vestida con la ropa que Hegai le aconsejó ponerse”, Ester 2:15 (TLA). Las otras jovencitas se sintieron atraídas por la belleza del palacio; Ester, en cambio, por la presencia del rey. ¿Sabes cómo se llama eso? Honra. Ester estimó, valoró y consideró de mayor importancia la presencia del Rey que su favor. Incluso, más adelante, Asuero le ofrecería tres veces la mitad de su reino, sin que ella aceptara: “El rey le preguntó: — ¿Qué deseas, Ester? Te daré lo que me pidas. Hasta la mitad de mi reino te daría si me lo pidieras”, Ester 5:3, 6; 7:2 (TLA). ¿Por qué conformarse con la mitad del reino cuando podía tener al rey? Si quieres conquistar el corazón del Señor sigue el consejo de Ester: ¡Enamórate del rey! ¡La honra te da acceso a Su presencia!

Las demás candidatas se enamoraron de las comodidades que ofrecía la vida en el palacio, por eso se ponían la mejor ropa y se colgaban todas las joyas que sus cuerpos podían soportar. Ester, en cambio, pensó en cortejar al rey y le dio un regalo que conquistó su corazón. Ester se enamoró del rey, las demás, del esplendor del palacio. Ester fue tras el corazón del rey, las demás, tras sus regalos. ¿Cómo lo sabemos? Porque siguió el consejo de la persona que mejor conocía al rey: su asistente personal. Se vistió pensando en lo que a Él le agradaba; eligió su color favorito y usó el perfume que más disfrutaba el rey.

Hay otro incidente que demuestra el interés de Ester por complacer al rey: “El rey… vio a la reina Ester de pie en el patio… El rey le preguntó: — ¿Cuál es tu petición? ¡Aun cuando fuera la mitad del reino, te lo concedería! —Si le parece bien a Su Majestadrespondió Ester—, venga hoy al banquete que ofrezco en su honor…”, Ester 5:1-4 (NVI). La mitad del reino no era nada en comparación con la presencia del rey en su propia fiesta. ¡Qué maravilloso debe haber sido para el rey conocer que una mujer se había enamorado de Él y no de su poder! Aquí hay un principio espiritual profundo. Ester nos enseña que lo primero que tenemos que pedir es SU PRESENCIA. Posterga tus peticiones y ocúpate del rey. ¡Cuando ‘lo tengas a Él’ tendrás todo lo que necesitas en esta vida! 

Nadie le había dado al rey lo que Ester le estaba dando. Una muchacha que no pensaba en su fortuna sino en él como persona. Ester sabía que el palacio sin el rey no tiene sentido. “Ester tomó la decisión consciente de no perseguir solamente el estilo de vida del palacio, perseguiría el estilo de vida de una princesa. Era la niña que sería reina. ¡Amaría al rey!”, Tommy Tenney. Su amor sincero obtuvo la mejor recompensa; mientras las demás tendrían una experiencia con el rey, Ester tendría al Rey.

Cómo debe sentirse Dios. La gente se enamora de sus bendiciones más que de Él. La gente se acerca con su larga lista de peticiones, sólo para exigir o reclamar. Se acercan por interés. Lo buscan por los beneficios, los regalos, su favor y sus bendiciones, pero no lo buscan a Él. Con esta actitud no se conquista el corazón de un rey. En cambio, quienes prefieren al rey tendrán también su favor: “Ella logró el favor del rey…”, Ester 5:2 (NTV). “El rey vio a Ester, se puso contento…  y preguntó: — ¿Qué deseas, Ester? Te daré lo que me pidas…”, Ester 5:2-3 (TLA). En la intimidad con el rey está la llave de tu bendición. 

Aquí yace otro principio espiritual muy profundo: ¡la única forma de obtener acceso a las comodidades del palacio es mediante una relación con el rey! La intimidad con el rey te abre las puertas a los beneficios del palacio. ¡Si no eres conocido por el rey no tendrás acceso a sus riquezas!

Hay un último principio espiritual. Ester postergó dos veces su petición. Honró al rey antes de pedir su favor. Aprende a comportarte en la presencia del Rey. Espera el momento para pedir. No puedes entrar a su presencia a los empujones, llevándote todo por delante. Hazlo con delicadeza. No está mal pedirle a Dios, pero hazlo como una consecuencia natural de tu intimidad y no para exigir tus ‘derechos’. La intimidad te da acceso a todo, los derechos sólo te dan su favor. La pregunta es: ¿lo quieres a él o quieres lo que él tiene? El hijo pródigo obtuvo su herencia alegando el derecho de hijo, pero fue justamente ese ‘derecho exigido’ lo que lo alejó de la presencia del padre. Ester buscó al rey y obtuvo su favor. El principio es claro: ¡quienes van por la bendición de su presencia terminan disfrutando de la presencia del rey; pero también del favor del rey y de las comodidades del palacio!

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