881. Teniendo a Dios, tenemos todo (mañana – 9 A.M)

Pr. José Luis Cinalli

TENIENDO A DIOS, TENEMOS TODO

(2 Reyes 4: 8-36)

8 Cierto día, Eliseo fue a la ciudad de Sunem y una mujer rica que vivía allí le insistió que fuera a comer a su casa. Después, cada vez que él pasaba por allí, se detenía en esa casa para comer algo. 9 Entonces la mujer le dijo a su esposo: «Estoy segura de que este hombre que pasa por aquí de vez en cuando es un santo hombre de Dios. 10 Construyamos un pequeño cuarto en el techo para él y pongámosle una cama, una mesa, una silla y una lámpara. Así tendrá un lugar dónde quedarse cada vez que pase por aquí». 11 Cierto día, Eliseo regresó a Sunem y subió a ese cuarto para descansar. 12 Entonces le dijo a su sirviente, Giezi: «Dile a la mujer sunamita que quiero hablar con ella». Cuando ella llegó, 13 Eliseo le dijo a Giezi: «Dile: “Agradecemos tu amable interés por nosotros. ¿Qué podemos hacer por ti? ¿Quieres que te recomendemos con el rey o con el comandante del ejército?”». «No —contestó ella—, mi familia me cuida bien». 14 Más tarde, Eliseo le preguntó a Giezi: —¿Qué podemos hacer por ella? —Ella no tiene hijos —contestó Giezi—, y su esposo ya es anciano. 15 —Llámala de nuevo —le dijo Eliseo. La mujer regresó y se quedó de pie en la puerta mientras Eliseo le dijo: 16 —El año que viene, por esta fecha, ¡tendrás un hijo en tus brazos! —¡No, señor mío! —exclamó ella—. Hombre de Dios, no me engañes así ni me des falsas esperanzas. 17 Efectivamente, la mujer pronto quedó embarazada y al año siguiente, por esa fecha, tuvo un hijo, tal como Eliseo le había dicho. 18 Cierto día, el niño, ya más grande, salió a ayudar a su padre en el trabajo con los cosechadores. 2 Reyes 4:8-18

La forma con la que tratamos a Dios es con la que Él nos va a tratar a nosotros.
Hay una gran lección que podemos aprender de esta mujer, más que una visita lo que necesitamos es que Dios permanezca en y con nosotros, necesitamos desesperadamente que Él venga y se quede, y permanezca en nuestros hogares.
No necesitamos algo de Dios, necesitamos a Dios.
Cuando tengamos a Dios en nuestra vida tendremos todo lo que necesitamos.
Esta mujer nunca había tenido hijos, pero cuando ella le prepara un lugar al profeta y Dios llega a ese lugar a través de este hombre, ella obtiene lo que siempre la vida le había negado, un hijo.
Cuando tenemos a Dios en nuestra casa y lo honramos, la presencia de Él hará que tengamos todo lo que nuestros corazones desean porque todo lo que necesitamos está solo en nuestro Señor, invitemos a Dios a nuestras vidas como lo hizo ella.

19 y de repente gritó: «¡Me duele la cabeza! ¡Me duele la cabeza!». Su padre le dijo a uno de sus sirvientes: «Llévalo a casa, junto a su madre». 20 Entonces el sirviente lo llevó a su casa, y la madre lo sostuvo en su regazo; pero cerca del mediodía, el niño murió. 21 Ella lo subió y lo recostó sobre la cama del hombre de Dios; luego cerró la puerta y lo dejó allí. 22 Después le envió un mensaje a su esposo: «Mándame a uno de los sirvientes y un burro para que pueda ir rápido a ver al hombre de Dios y luego volver enseguida». 23 —¿Por qué ir hoy? —preguntó él—. No es ni festival de luna nueva ni día de descanso. Pero ella dijo: —No importa.
24 Entonces ensilló el burro y le dijo al sirviente: «¡Apúrate! Y no disminuyas el paso a menos que yo te lo diga». 25 Cuando ella se acercaba al hombre de Dios, en el monte Carmelo, Eliseo la vio desde lejos y le dijo a Giezi: «Mira, allí viene la señora de Sunem. 26 Corre a su encuentro y pregúntale: “¿Están todos bien, tú, tu esposo y tu hijo?”». «Sí —contestó ella—, todo está bien». 27 Sin embargo, cuando ella se encontró con el hombre de Dios en la montaña, se postró en el suelo delante de él y se agarró de sus pies. Giezi comenzó a apartarla, pero el hombre de Dios dijo: «Déjala. Está muy angustiada, pero el SEÑOR no me ha dicho qué le pasa». 28 Entonces ella dijo: «¿Acaso yo te pedí un hijo, señor mío? ¿Acaso no te dije: “No me engañes ni me des falsas esperanzas”?». 29 Enseguida Eliseo le dijo a Giezi: «¡Prepárate para salir de viaje,[a]toma mi vara y vete! No hables con nadie en el camino. Ve rápido y pon la vara sobre el rostro del niño». 2 Reyes 4:19-29

Esta mujer, cuando su hijo murió fue directo hacia el profeta. Al encontrarse en una mala circunstancia ella decidió acudir por la ayuda del profeta de Dios.

30 Pero la madre del niño dijo: «Tan cierto como que el SEÑOR vive y que usted vive, yo no regresaré a mi casa a menos que usted venga conmigo». Así que Eliseo volvió con ella. 2 Reyes 4:30

La madre del niño no regresaría a su casa a menos que él vaya con ella.
O es Dios, o no es nada. El Señor es el único que tiene que estar con nosotros en todo momento, no necesitamos algo de Él lo necesitamos a Él. No debemos ir tras los regalos, sino tras aquel que nos da los regalos.
Esta mujer estaba convencida que la primera petición que debemos hacer es que Dios venga, viva, habite, permanezca y se quede con nosotros y en nuestra familia.

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