El lugar de su Presencia

David no sólo amaba a Dios, también amaba la ‘casa de Dios’: “No voy a pegar los ojos ni un momento, hasta que no encuentre un lugar para el Señor, para el templo del poderoso Dios de Jacob”, Salmo 132:4-5 (PDT). “Sólo una cosa le pido al Señor: habitar en la casa del Señor por el resto de mi vida…”, Salmo 27:4 (PDT). Amo tu santuario, SEÑOR, el lugar donde habita tu gloriosa presencia”, Salmo 26:8 (NTV). “Deseo con toda el alma estar en los patios de tu templo; ¡me muero por llegar a ellos!”, Salmo 84:2 (TLA). “¡Qué felices son los que viven en tu templo!… ¡Qué felices son los que… desean venir hasta tu templo!”, Salmo 84:4-5 (TLA). Prefiero pasar un día en tu templo que estar mil días lejos de él; prefiero dedicarme a barrer tu templo que convivir con los malvados”, Salmo 84:10 (TLA). ¡Qué alegría cuando me dicen: ‘vamos al templo del Señor’!”, Salmo 122:1 (DHH). No hay dudas de que David amaba el lugar de la presencia de Dios. Hoy ese lugar es la iglesia; por lo tanto, también nosotros deberíamos darle un espacio importante en nuestra vida.

La iglesia debería ser un lugar en el que quisiéramos estar; no un lugar donde estemos obligados a estar. Algunos van pero con la cara larga, a la fuerza; por costumbre u obligación. Deberíamos ir con grandes expectativas y una enorme alegría. Piénsalo de esta manera: tendremos una cita con el Dios del universo. Entonces, ¡preparémonos para ese encuentro! Lleguemos algunos minutos antes del inicio del culto y entreguémosle las cargas al Señor para adorarle con libertad. Al igual que David, los que aman Su iglesia conquistan el corazón de Dios. 

Las personas que dicen: “no necesito una iglesia para amar y servir a Dios” suelen tener problemas de sujeción y no quieren rendir cuentas. Salvo honrosas excepciones, la gente que se va de la iglesia lo hace por rebeldía. Lo que pocos advierten es que permanecerán en la nueva iglesia hasta que se les exija un poquito, en cuanto no puedan hacer lo que ellos quieran se van a otra. 

La iglesia no es creación humana sino divina. Jesús dijo: “Sobre esta roca edificaré mi iglesia”, Mateo 16:18. Jesús dio su vida por la iglesia: “Cristo amó a la iglesia. Él entregó su vida por ella”, Efesios 5:25 (NTV). Es más, la Biblia nos manda amar a la iglesia: “Y amen de manera especial a los miembros de la iglesia”, 1a Pedro 2:17 (TLA). Si a Dios le costó su hijo y a su hijo le costó la vida, ¿por qué subestimamos el valor de la iglesia? 

Fuimos llamados no sólo a creer sino a pertenecer. La fe en Cristo nos hace parte de Su iglesia, el bautismo es la señal visible de ese suceso. Para Jesús el bautismo es tan relevante como la evangelización, Mateo 28:19-20. Tú debes integrarte a una iglesia local y amarla. Dios se manifiesta a través de la iglesia, Mateo 18:20, y en medio de sus alabanzas, Salmo 22:3. Por eso debes llegar a tiempo a los cultos. Una sola persona que llegue tarde puede impedir que Dios se manifieste. Existe una regla en protocolo: la persona más importante es la última en llegar. Sería un acto de pura irreverencia llegar al culto después que Dios. Por un acto de irreverencia Uza perdió la vida. Además, la irreverencia de un solo hombre impidió que David restaurara la presencia de Dios a todo Israel. Por el bien de todos, ¡sé puntual y exige puntualidad! 

Dios nos planta en una iglesia, Efesios 1:5; nos alimenta en la iglesia, Efesios 2:19; 5:29 (BAD); nos disciplina, 1a Corintios 6, nos amonesta y nos desafía en la iglesia, Efesios 3:6. No podrás cumplir tu propósito en la vida si no estás plantado en una iglesia, Romanos 12:4-5 (PAR). Si a Dios le importa Su iglesia, ¡a nosotros también debería importarnos!

Los seminarios, las agencias misioneras o cualquier otra organización paraeclesiástica sirven para apoyar la iglesia, pero no pueden sustituirla. Si alguna de estas instituciones desarraiga a un creyente de la iglesia no está haciendo bien. La Biblia no dice que Jesús vino a ‘levantar’ ministerios, pero sí dice que vino a edificar Su iglesia. No es bíblico sacrificar la comunión y el servicio en la iglesia para ‘levantar’ un ministerio. 

Andrés Corson dice que tenemos que amar ‘toda la casa’ y no parte de ella. Hay quienes sólo aman parte de la iglesia, generalmente aquel ministerio con el que se sienten identificados, por ejemplo el ministerio de adoración. Les apasiona sólo lo suyo, lo que los beneficia, lo que los hace famosos o visibles, pero si por alguna razón no se les permite estar allí se van de la iglesia. ¿Por qué? Porque tenían una intención oculta. Usaban la iglesia, pero no la amaban. Considera a Obed-edom. Él era músico y también portero. No le importaba donde lo ponían a servir, él quería estar cerca del arca, amaba ‘toda la casa’. Nuestra vida debe girar alrededor de la iglesia. En esta semana un ingeniero de nuestra congregación rechazó un alto cargo ejecutivo en la empresa en la que trabaja porque lo alejaba de las actividades ministeriales. “A veces Dios usa las promociones en los trabajos para probar si realmente estamos apasionados por su casa”.8 Si amas Su iglesia Dios se sentirá atraído hacia ti. 

Rick Warren dice: “En la actualidad, el individualismo independiente de nuestra cultura ha creado muchos huérfanos espirituales: ‘creyentes conejos’ que saltan de una iglesia a otra sin identificarse, sin rendir cuentas ni comprometerse con ninguna. Muchos creen que es posible ser un ‘buen cristiano’ sin unirse a una iglesia local, pero Dios no está de acuerdo con eso. Su Palabra ofrece muchas razones de peso para justificar la necesidad de estar comprometidos y ser activos en la comunión”.9

La Biblia dice que un creyente sin iglesia es como un órgano sin cuerpo, una oveja sin rebaño o un niño sin familia. Somos miembros de un solo cuerpo, 1a Corintios 12:12. ¡Separados no somos miembros de Su cuerpo! La vida espiritual de una persona sin iglesia tiende a marchitarse. El alejamiento de las reuniones suele ser la primera evidencia de su enfriamiento espiritual. “Cuando descuidamos la comunión, todo lo demás se va a pique”.10 Si sabes de alguien que esté apartado es tu responsabilidad devolverlo a la comunión de la iglesia: “Si sabemos de alguno que se extravía de la verdad de Dios, no lo descartemos, busquémoslo y hagámoslo volver”, Santiago 5:19 (PAR).

El diablo hará todo lo posible para alejarte de la comunión de la iglesia. Usará todo tipo de estrategias para desarraigarte de la comunión. Una ofensa, un conflicto no resuelto, la enfermedad de un hijo, la adicción de tu pareja, cualquier cosa con el fin de separarte. Es posible que te insinúe que es bueno que te tomes un tiempo y después ‘regreses’ al servicio con más fuerzas. En la iglesia primitiva el único caso en que una persona era separada de la comunión y el servicio se debía a una disciplina. Jesús dijo: “Mi Padre hasta ahora trabaja y yo trabajo”, Juan 5:17. “Por lo tanto, hermanos… dedíquense totalmente a trabajar para el Señor, bien saben que su trabajo no es en vano”, 1a Corintios 15:58 (PDT). 

¿Sabes por qué hay tanta gente desilusionada con la iglesia? Porque han trabajado para el hombre en lugar de hacerlo para Dios. “Con todo lo que trabajé para la iglesia y cómo me pagan”, dicen algunos. ¡Error! Tú no trabajas para la iglesia, tú sirves a Dios trabajando en la iglesia. “El niño Samuel servía al SEÑOR ayudando a Elí”, 1º Samuel 3:1 (NTV). Observa la ‘iglesia’ en la que Samuel servía. El líder principal era débil y sus hijos inmorales y ladrones de las ofrendas de la gente. No sugiero que te quedes en un lugar así, pero si tú sirves a Dios, Dios se ocupará de las cosas que están mal. Habrá creyentes que te defraudarán y te decepcionarán, pero eso no es motivo para que tú dejes de servir a Dios y amar la iglesia. Si a la primera señal de decepción tú te ‘divorcias’ de la iglesia lo que haces es mostrar signos de inmadurez. No tengas expectativas irrealistas. Si esperas encontrar la iglesia perfecta para servir, nunca servirás. Admite y acepta que la iglesia es una comunidad de personas perdonadas pero no perfectas. Siempre será más fácil adoptar la actitud que tuvo Mical eludiendo el compromiso y alejándose de la comunidad para disparar dardos de críticas contra aquellos que están haciendo la obra del Señor. ¡No lo hagas! 

Otro beneficio importante de estar congregados es que tenemos protección espiritual: “Obedezcan a sus líderes, porque ellos cuidan de ustedes sin descanso, y saben que son responsables ante Dios de lo que a ustedes les pase. Traten de no causar problemas, para que el trabajo que ellos hacen sea agradable y ustedes puedan servirles de ayuda”, Hebreos 13:17 (TLA). ¿Por qué crees que el diablo está tan empeñado en hacer que la gente no se congregue? Satanás se alegra con creyentes desarraigados, desconectados de la energía del cuerpo, aislados de la familia de Dios, sin compromisos y sin responsabilidades, sabe que así estarían indefensos y sin fuerzas sobrenaturales. Por lo tanto, ¡congrégate! ¡Sirve a Dios con pasión y ama Su iglesia!

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