La ruta del arca

Bajo el liderazgo de Elí el arca estuvo en el tabernáculo, 1° Samuel 1:3. Pero un día, en el fragor de la batalla, viendo los soldados del ejército de Israel que perdían la guerra tomaron el arca del tabernáculo y la llevaron al campo de combate con la esperanza de que la presencia de Dios inclinara la guerra a su favor, 1° Samuel 4:3. Sin embargo, perdieron la guerra. Como consecuencia, los filisteos vencedores se apropiaron del arca (1° Samuel 4:11) y la colocaron en el templo del dios Dagón, 1° Samuel 5:1. 

En cada ciudad filistea a la que el arca llegaba, la mortandad y las plagas también lo hacían. Esto se repitió vez tras vez. A raíz de los inexplicables sucesos decidieron regresarla a sus legítimos dueños, 1° Samuel 5:11. La pusieron sobre una carreta nueva tirada por dos vacas, las que viajaron varios kilómetros hasta llegar a la ciudad de Bet-semes, en Israel. Allí, algunos irrespetuosos israelitas, movidos por la curiosidad, miraron dentro del arca y murieron 70 personas, 1° Samuel 6:19. Finalmente el arca fue puesta en casa de Abinadab donde permaneció por más de 20 años, 1° Samuel 7:1-2.

Al cabo de ese tiempo David decidió llevarla a Jerusalén, 2° Samuel 6:1-2. Colocó el arca en una carreta nueva y mientras la transportaban los bueyes tropeza-ron, Uza quiso sujetarla para que no se cayera y Dios manifestó su enojo hiriéndolo de muerte, 2° Samuel 6:6-7. David tuvo temor y decidió llevar el arca a casa de Obed-edom donde permaneció por tres meses, 2° Samuel 6:10-11. Durante ese corto tiempo fue tan bendecido que todo el mundo se dio cuenta, 2° Samuel 6:12.

La bendición que el arca trajo a la casa de Obed-edom fue la confirmación que David necesitaba para saber que estaba en lo correcto. Si el arca había bendecido a una casa podía bendecir a toda una nación. La generación de David se benefició por tamaña decisión. ¡Qué importante el comportamiento de un líder! La actitud deshonrosa de Elí hacia las cosas de Dios perjudicó a toda la nación. En cambio, la pasión de David por la presencia del Señor bendijo a Israel por más de tres décadas. 

No es el arca sino la relación que tú tienes con ella la que trae bendición. La actitud deshonrosa e infame de los hijos de Elí alejó la presencia de Dios. Los soldados pretendieron cambiar el curso de la guerra llevando el arca al campo de batalla. ‘Usaron’ a Dios como si fuera un amuleto. Idolatraron el arca. Un símbolo no garantiza su presencia, tampoco su poder. A menos que haya una actitud de sometimiento y obediencia, el arca no representará bendición. Toda vez que coloques al ‘nuevo dios’ en presencia de tus propios dioses no funcionará. Dios no tiene competencia. Él debe ser primero. Él quiere la primacía en tu vida, familia, ministerio y trabajo. En casa del dios Dagón, Él no se siente feliz. En casa de gente que desprecia a Dios y adora a otros dioses no hay prosperidad, allí hay calamidad.

Finalmente el arca recae en casa de Abinadab. Estuvo veinte años en los que pasó desapercibida. Lo que le ocurrió a Uza, hijo de Abinadab, es el reflejo de lo que sucedía en ese hogar. La actitud de esta familia ante la presencia del arca era pura indiferencia. El arca era un ‘mueble’ más. Si estaba o no estaba daba lo mismo. La tenían por obligación y no la respetaban. Sin embargo, en casa de Obed-edom el arca trajo mucha prosperidad, 2° Samuel 6:12. Lo que no sucedió con Abinadab en veinte años sucedió con Obed-edom en sólo en tres meses. ¿Cuál era la diferencia? La respuesta no es el arca. Las dos casas la tuvieron. La respuesta es la actitud frente al arca. Obed-edom recibió el arca con temor y reverencia. Abrió su casa y acogió la presencia con respeto y expectación. Su anhelo de tener al mismísimo Dios en su hogar le trajo cuantiosas bendiciones.

¡Qué grande debe haber sido la bendición de Obed-edom para que todo el mundo se dé cuenta! Cuando David se enteró de lo sucedido en la casa de Obed-edom fue y llevó el arca a Jerusalén, 2° Samuel 6:12 (NVI). David quería que toda la nación fuera bendecida por la presencia de Dios.

Candidatos a la bendición

¿Por qué escogió David la casa de Obed-edom para que cuidara del arca? David era un apasionado por Dios. Como consecuencia asumimos que no eligió esa casa por casualidad o descuidadamente. Obed-edom era levita y su trabajo fiel y leal lo candidatearon para ser el receptor del cofre más valioso de todo el mundo. ‘Hizo méritos’ para tener el arca. Si tu actitud frente a la presencia de Dios es de respeto, honra y obediencia Dios puede bendecirte tan grande y en tan poco tiempo como lo hizo con Obed-edom. La gente se dará cuenta y vendrán a buscar lo que tú tienes. David supo de la prosperidad de Obed-edom y quiso tener lo que él tenía. ¡Qué grande! Imagínalo: personas influyentes y renombradas buscando en ti la presencia de Dios. ¡Nada puede ser mejor!

Hay algo interesante en este hombre llamado Obed-edom. Después que se llevaran el arca de su casa, su familia se involucró directamente en el servicio a Dios en Jerusalén. La presencia de Dios impactó tanto su vida que se convirtió en custodio de las puertas del templo donde moraba el arca de su presencia, 1° Crónicas 15:24.

No te confundas. No fue por la bendición que Obed-edom siguió al arca. “Dios no se manifiesta a las personas que solamente buscan sus beneficios. Él se revela a quienes buscan su rostro”, Tommy Tenney. Este hombre no seguía la bendición del arca, él quería intimidad con Dios. “La intimidad te traerá bendición pero la búsqueda de la bendición no siempre traerá a su alrededor la intimidad”.5

Recorriendo las calles de una importante ciudad en el norte de Chile nos sorprendió un cartel frente a una casa rosada que decía: “Aquí se hacen reuniones para que usted pueda aprender la Biblia”. El fin último no es leer la Biblia sino encontrarnos con el Dios de la Biblia. No pretendemos que se descuide el estudio bíblico, eso nunca, pero corremos el peligro de poner el acento en el aspecto equivocado. Si la lectura de la Biblia no te lleva a un encuentro con Dios, poco provecho tendrá. Memoriza la Biblia, pero primero conoce al autor de la Biblia.

Obed-edom se había enamorado de Dios y, cuando tú buscas su rostro encuentras su favor. Este hombre sabía que tener a Dios y tener su bendición son dos cosas diferentes. Quien tiene a Dios tiene su bendición, pero quien quiere su bendición sin amarlo a Él corre el peligro de ser un pródigo. Las personas entran a los empujones al ‘comedor del Padre’ reclamando las cosas que le ‘pertenecen’ por ser hijos, pero poco se interesan por tener más de su persona. No visites ‘su casa’ para obtener algo de Él, hazlo con la sola intención de conocerlo más. Isaac, la bendición de Dios para Abraham, casi termina desviándolo del camino al Padre. Lo mismo sucedió con el hijo pródigo. La bendición del padre financió su alejamiento. Ten cuidado. Que las bendiciones no tomen el lugar de Dios en tu corazón. No te conformes con una visitación esporádica, busca su presencia permanente. Hay una canción muy bella que dice: “Cuánto más te conozco, más te amo…”. Eso debió pasarle a Obed-edom. Finalmente se convirtió en portero del tabernáculo sólo para estar más cerca de su presencia. ¡Imitemos esta pasión y esta entrega con toda devoción!

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