877. Presagios de un gran avivamiento

Pr. José Luis Cinalli

PRESAGIOS DE UN GRAN AVIVAMIENTO 

Dios puede estar en nosotros o sobre nosotros. Dios habita en nosotros desde el momento de la conversión. “… Ustedes, los que escucharon la proclamación de las Buenas Noticias de salvación y confiaron en Cristo, fueron sellados por el Espíritu Santo… La presencia del Espíritu Santo en nosotros… significa que Dios ya nos ha comprado y garantiza que nos llevará hasta El…”, Efesios 1:13-14 (NT- BAD). “… El Espíritu de Dios… vive en ustedes…”, Romanos 8:11 (NT- BAD). “Nos ha puesto una marca que muestra que le pertenecemos: el Espíritu en nuestros corazones…”, 2ª Corintios 1:22 (PDT).

Los discípulos tuvieron esta experiencia cuando Jesús sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban al Espíritu Santo”, Juan 20:22. Sin embargo, antes de ascender a la gloria, Jesús les dijo a los mismos discípulos que se quedaran en Jerusalén para recibir algo que no tenían. “Pronto enviaré sobre ustedes al Espíritu Santo… No salgan ahora mismo a proclamar el mensaje. Quédense en Jerusalén hasta que descienda el Espíritu Santo y los llene con poder de lo alto”, Lucas 24:49 (NT- BAD). El Espíritu Santo ya estaba EN ellos, pero ahora vendría SOBRE ellos a fin de equiparlos para la misión de ser testigos. Esta experiencia se la conoce como el derramamiento del Espíritu Santo o como dijo el mismo Jesús: el bautismo en el Espíritu Santo: “Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días”, Hechos 1:5 (BL 95).

Esta diferencia entre ser morada de Dios y tener sobre nosotros al Espíritu Santo se vio en Jesús. Juan el bautista dijo: “Vi al Espíritu Santo descender del cielo como una paloma y reposar sobre él”, Juan 1:32 (NTV). El mismo Jesús dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí… para dar buenas noticias a los pobres, y me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón…”, Lucas 4:18 (NT- BAD). “Estos pasajes no se refieren a la presencia interna del Espíritu Santo que ya estaba en Jesús. Al principio de su ministerio público el Espíritu Santo vino a REPOSAR SOBRE ÉL como un manto de poder y autoridad para un propósito específico. El mismo principio es para nosotros”, Bill Johnson.

La presencia del Espíritu Santo SOBRE los apóstoles era tan INDISPENSABLE que NO se les permitía emprender tarea alguna sin ella. ¡La ausencia de resultados extraordinarios es la consecuencia de hacer misión sin el poder de Dios! El trabajo es apremiante, pero no debemos iniciarlo sin haber sido ungidos con el poder del Espíritu Santo. El propósito fundamental del derramamiento del Espíritu es hacer posible un ministerio con resultados, de lo contrario, todo será lamentable y lento.

El día de Pentecostés Pedro predicó un mensaje cuyas palabras traspasaron el corazón de la gente reunida y 3.000 de ellos se convirtieron, Hechos 2:41. Varios días después se dice que la membresía era de 5.000 hombres sin contar mujeres y niños, Hechos 4:4. El crecimiento de la iglesia era vertiginoso y exponencial. Los milagros eran extraordinarios. Ciudades enteras conocieron el efecto transformador del evangelio en algunas semanas. El imperio más grande y poderoso de entonces fue sacudido por Dios en pocos años. ¡Eso, querido amigo, son resultados extraordinarios!

El secreto de tamaño resultado era el Espíritu Santo SOBRE los creyentes. Pedro era alguien sin preparación académica; Felipe, el gran avivador de Samaria, un simple diácono. Más recientemente tomemos a Carlos Spurgeon, el hombre que impactó Inglaterra, nunca estudió en un seminario y jamás fue ordenado al pastorado. Evan Roberts, el hombre usado para barrer Escocia, casi nunca predicaba, solamente contaba su testimonio y la gente caída de rodillas bajo convicción de pecado. Eso sí, esta gente trabajaba en oración. Estos hombres prevalecían delante de Dios por los pecadores. Si hemos de esperar resultados extraordinarios tendremos que hacer esfuerzos extraordinarios en el reino espiritual. Tendremos que doblar nuestras rodillas, poner la frente en el piso e implorar y agonizar por las almas sin salvación. Debemos ‘luchar’ hasta que Dios derrame su Espíritu y las personas sin salvación se conviertan.

¿No te gustaría ver a Dios obrando de una manera ‘desacostumbrada’? Anhelamos que Dios permee todo lo que somos por medio de un diluvio de sí mismo. Suspiramos por una manifestación de la presencia y del poder de Dios como en tiempos bíblicos. Estamos tan deseosos de ver a Dios barrer con ciudades enteras que decimos: “¡Cómo quisiéramos que abrieras el cielo y bajaras…!”, Isaías 64:1 (TLA). Esperamos ser testigos de un movimiento espiritual en el que familias enteras sean salvadas, la gente sea azotada por la convicción de sus pecados y los fuegos mortecinos de la fe se aviven de tal manera que las personas tengan que hacer fila para entrar en las iglesias. ¿Por qué no? Si sucedió en la iglesia primitiva y ocurrió en siglos recientes, podemos esperarlo también nosotros. Si hay algo que la humanidad necesita de manera urgente y más que ninguna otra cosa, es precisamente esto, un AVIVAMIENTO.

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