875. El perdón que libera, restaura y restituye (martes)

Pr. Alejandro Michalec

Lucas 6:27-36

Perdonar es dejar ir, es desatar, es quitar todo peso de mi vida y cortar todo lazo que me une al pasado, que me paraliza, y no me deja avanzar. La falta del perdón trae tristeza, depresión, enfermedades, la falta de perdón trae literalmente ruina espiritual y material, detiene la bendición para tu vida
El perdón no es un sentimiento, es una decisión, quizás no sientes hacerlo, pero sabes que lo debes hacer como Hijo de Dios
No es fácil hablar de perdón cuando te traicionaron, cuando haz confiado y te fallaron, cuando entregaste tu amor y tu vida a alguien y te engañaron, cuando te mintieron, te estafaron, cuando te rechazaron, te dieron la espalda, te despreciaron, te humillaron. No es fácil hablar de perdón cuando fuiste acusado injustamente, cuando fuiste juzgado por causas que no cometiste y pagaste un precio que no mereciste.
Pero la Biblia es muy clara al respecto, el perdón no es una opción, es una necesidad. Al perdonar te liberas de la culpa, del odio, del rencor, de todos esos sentimientos negativos que tienen atado y no te dejan avanzar, no te dejan escuchar la voz de Dios, que ponen una barrera infranqueable, que no puede ser atravesada.
Tu mismo la pones, tu mismo la debes quitar. Si hay falta de perdón de tu vida, el odio, el resentimiento, llenan tu corazón y la presencia de Dios no puede entrar, no hay lugar disponible para Él. Si no perdonas, Dios tampoco te perdonará a ti. No esperes sentir, es voluntario, es una decisión que te hará libre, que te hará recuperar el gozo y experimentar la paz y la plenitud que solo Cristo te puede dar.

El perdón restaura el presente, provee la base para el futuro y te libera del pasado.
¿Te han dañado, lastimado, herido tanto que crees no poder perdonar? Déjame decirte que si podes, solo tenes que decidir hacerlo.
No te guíes por las emociones, toma la decisión y libérate hoy otorgando perdón. Somos hijos, somos amados y somos bendecidos.
Génesis 45:1-15/50:19-20
Dios está contigo, al igual que con José, Él estuvo allí cuando abusaron de ti, cuando te acusaron injustamente, cuando te despreciaron.
Pero ¿sabes qué? Dios nos perdonó a ti y a mí sin merecerlo, entregó la vida de su propio Hijo Jesús para que viniera a este mundo a ser insultado. Humillado. Herido y finalmente crucificado en una cruz. Derramó su sangre para que seamos limpios de todo pecado, perdonados, dándonos salvación y vida eterna,
Toma la decisión, no dejes pasar un día más sin elegir perdonar, libérate de todo lastre que te impide avanzar.
José tuvo 2 hijos: al primero lo llamó Manasés, que significa “Me olvidé de mi pasado”; y a su segundo hijo lo llamó Efraín: “El que prospera, el que fructifica”.
Fíjense que el orden no es casualidad, primero tuvo que olvidar su pasado, para luego poder prosperar.
Si no sanas tu pasado, si no perdonas, no podrás tener la victoria, no podrás avanzar ni fructificar.
Cuando decides perdonar, dejar atrás el pasado, es allí donde Dios comienza a encaminar tus cosas para bien. Es allí donde cuando su presencia llena tu vida y todo comienza a cambiar, a dar frutos y a prosperar.

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