875. Emboscada de amor

Pr. José Luis Cinalli

EMBOSCADA DE AMOR

“…Sube para encontrarte conmigo… Sube… y espérame…”, Éxodo 24:1 (NTV) y 12 (TLA). “… Moisés subió al monte… Al séptimo día, el SEÑOR llamó a Moisés…”, Éxodo 24:15-16 (NTV). “El SEÑOR le dijo a Moisés: Talla dos tablas de piedra… Prepárate para subir al monte Sinaí mañana temprano y presentarte delante de mí en la cima del monte. Nadie puede acompañarte… Entonces Moisés talló dos tablas de piedra como las primeras. Temprano en la mañana, subió al monte Sinaí, tal como el SEÑOR le había ordenado, con las dos tablas de piedra en las manos”, Éxodo 34:1-4 (NTV).

Hemos sido invitados a tener una cita con Dios. Para que eso suceda necesitamos:

1) Subir. ¡‘Subir’ es nuestra responsabilidad, encontrarnos con Dios es Su promesa! Todos quieren encontrarse con Dios, pero no todos están dispuestos a pagar el precio para ‘subir’. Moisés, un hombre ya anciano, tenía que tallar dos piedras en menos de 24 horas y luego subir con ellas a la cima de una montaña de más de 2.800 metros de altura. Cuando Moisés se encontraba con Dios, cara a cara en el valle, lo hacía dentro de una carpa portátil que levantaba con demasiada frecuencia: “Moisés tenía la costumbre de armar la carpa de reunión a cierta distancia del campamento… Dentro de la carpa de reunión, el SEÑOR hablaba con Moisés cara a cara”, Éxodo 33:7-11 (NTV). Si quieres más de Dios tendrás que pagar un precio. No hay un cablecarril para subir a los perezosos e indolentes espirituales. Muchas iglesias están empujando ‘carros nuevos’ llenos de diversión para que la gente ‘suba’ un nivel en su compromiso con Dios. Sin embargo, llegan días en los que la iglesia no necesitará de programas de entretenimiento evangélico para que la gente sirva. “Tu pueblo te servirá por voluntad propia”, Salmo 110:3 (NTV). No se convocará a la gente bajo la promesa de ‘golosinas baratas’, vendrán porque asumen la responsabilidad del crecimiento y porque están deseosos de ser una vasija, un recipiente de la presencia misma de Dios. Se terminan los días de enviar papelitos que dicen: “oren por mi hijo”. ¿Y qué estás haciendo tú por la vida de tu hijo? “Es que yo estoy en el shopping”, te dicen. Así no funciona. Hay que poner la cara en el piso e involucrarse en el proceso. Hay que orar, ayunar y luchar por lo que se quiere. Hay personas muy cómodas, que buscan soluciones rápidas y al menor precio posible. Quieren caminar sobre las aguas, pero que otras las bajen del bote. No hay ángeles disponibles para transportarte a la cima con Dios. Tendrás que hacerlo tú solo, con tu esfuerzo. Si quieres ver cosas que nunca viste tienes que hacer cosas que nunca hiciste.

2) Esperar. Hay quienes ‘suben’, pero no son capaces de esperar a Dios. Están tan apurados y distraídos en asuntos sin sentido que se pierden el placer de disfrutar la presencia de Dios. ¿Cuánto tiempo esperó Moisés antes de que Dios se le manifestara? Seis días, Éxodo 24:16. ¿Cuánto tiempo tendremos que esperar nosotros? Todo el tiempo que sea necesario. ¡La recompensa vale la pena! “Mi corazón te ha oído decir: “Ven y conversa conmigo”. Y mi corazón responde: “Aquí vengo, SEÑOR”, Salmo 27:8 (NTV). Si quieres pasar al próximo nivel en tu relación con Dios tendrás que aprender a esperar a Dios y esperar en Dios. Una cosa es el concepto teológico de que Su Presencia está en nosotros, y otra, el deseo de tener continuas experiencias transformadoras con Él. Los primeros ‘sobreviven’ espiritualmente, los demás son incansables perseguidores de Dios. Estas personas no abandonan la búsqueda hasta satisfacer el hambre voraz que hay en sus corazones y, ¡la buena noticia es que tendrán su premio!: “… El que me ama… yo lo amaré y me manifestaré a él”, Juan 14:21 (RVC). ¡Qué gran promesa! ¡Él será hallado por aquellos que lo desean de todo corazón!

Josué es un claro ejemplo. “Al entrar Moisés en el tabernáculo… el Señor hablaba con Moisés cara a cara… Después Moisés volvía al campamento, pero el joven Josué… nunca se apartaba del tabernáculo”, Éxodo 33:9-11 (RVC). Josué era un buscador incansable; tenía ‘hambre’ de Dios, por eso siempre estaba con Moisés en la Carpa del Encuentro. Josué sabía que la unción ‘salpica’ y que algo de la gloriosa presencia en ese lugar le tocaría también a él. Si quieres más de Dios quédate cerca de hombres y mujeres que hablan con Dios, siempre algo bueno te vas a llevar. ¿Es simple casualidad que Josué fuera escogido por Dios para liderar la conquista de la tierra prometida? Hay personas que quieren ser usadas pero nunca están disponibles, permanecen ‘escondidas’, ¡ni Dios puede encontrarlas! Mientras te determinas a subir un escalón en tu nivel de comunión y permaneces en Su Presencia Dios sabrá dónde encontrarte y estarás candidateado a ser un poderoso instrumento en las manos del Señor.

“Espera con paciencia al SEÑOR; sé valiente y esforzado; sí, espera al SEÑOR con paciencia”, Salmo 27:14 (NTV). ¿Sabes por qué no podemos esperar? Porque no hay ‘hambre’ de Dios. Los hambrientos y apasionados por Dios atraen a Dios mismo. ¡Cuánto daño se hace a sí mismo una persona sin pasión y cuánto daño le hace a sus seguidores un líder sin pasión! El que tiene ‘hambre’ de Su Presencia no se va, espera. Y sigue trabajando y esforzándose, pero con el alma en espera. El pastor Julio Donati contó una experiencia que tuvo en el hogar de niños que tenían en su iglesia. Cierta vez un jovencito se acercó pidiendo algo para comer. El pastor le dijo que esperara mientras le preparaba un sándwich, pero cuando entró a su casa recibió una comunicación telefónica de la comisaría. Debía presentarse urgentemente para hacerse cargo de un niño perdido. Salió raudamente olvidando al joven y su promesa del sándwich. Cuando retornó a su hogar, horas después, observó en el patio de su casa la silueta del joven que le había pedido algo para comer. “Uh…, el pibe”, se dijo a sí mismo. Abrió la puerta, le pidió perdón y preparó la comida. Mientras tanto le hizo una pregunta: “¿Cómo es que no te fuiste?”. “Es que yo tengo mucha hambre, si me voy no como”. Cuando se pierde el hambre por la presencia de Dios ‘rajamos’ rápido, pero cuando hay ‘hambre’ no nos vamos. ¡Es hora de recuperar el hambre por la presencia de Dios!

3) Permanecer. “Moisés subió… Al séptimo día, el SEÑOR llamó a Moisés… y permaneció en el monte cuarenta días y cuarenta noches”, Éxodo 24:15-18 (NTV). Hay creyentes que en algún momento de la vida alcanzaron niveles espirituales y ministeriales importantes, pero no permanecieron. Tenemos un antecedente escritural: “… El Señor instruyó a Moisés: “… Ven junto con Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel… Después… subieron… Allí vieron al Dios de Israel… De hecho, compartieron una comida para celebrar… comieron y bebieron en su presencia”, Éxodo 24:1-11 (NTV). Estos líderes tuvieron el privilegio de ver a Dios y comer en su presencia; sin embargo, 40 días después todos estaban al pie de la montaña adorando al becerro de oro hecho por Aarón. No te sorprendas, nosotros hacemos lo mismo. No hemos desarrollado el carácter para cuidar las riquezas espirituales que se nos confía: una profecía, un llamado o un ministerio. Hay palabras que impactaron nuestras vidas y nos llevaron a tomar promesas de servicio que luego no cumplimos. Hay creyentes que fueron llamados a ejercer preciosos ministerios, pero algo se les ‘cruzó’ en el camino y dejaron de servir. ¡Dios es el que enciende el fuego, pero nosotros debemos alimentarlo! El fuego del altar del tabernáculo en el Antiguo Testamento debía ser santo; es decir, iniciado por Dios. Cuando uno tomaba fuego que Dios no había iniciado era fuego extraño. Dios es el que inicia una obra extraordinaria en nosotros, pero es nuestra responsabilidad protegerla y avivarla. Dios enciende el fuego, pero la leña la ponemos nosotros.

En nuestra cultura la palabra esperar nos desorienta. Cuando una persona dice: “estoy esperando en Dios” da a entender que está haciendo nada, desperdiciando tiempo precioso con la esperanza de que Dios, en algún momento, invada su vida. Estas personas se ‘acuestan en el sofá’ y esperan que Dios irrumpa en su matrimonio, toque sobrenaturalmente a sus hijos o transforme definitivamente la ciudad en la que viven. Bill Johnson nos recuerda que la expresión esperar utilizada en el Salmo 37:9: “Los que esperan en el Señor heredarán la tierra” significa “tenderse en espera” como cuando se está preparando una emboscada. Si deseas cazar un venado no le tenderás una emboscada en medio de la ciudad ni en la mitad del río. Si quieres tener éxito deberás colocar la trampa en áreas donde los venados frecuentan. “Muchos no se dan cuenta de que eso también se aplica al esperar en Dios. Muchas personas tienen necesidad de recibir un milagro, pero no cruzan la ciudad para encontrar una iglesia en la que los milagros son comunes. Jugamos con el orgullo cuando nos rehusamos a humillarnos a nosotros mismos para tendernos en espera en los lugares que Dios frecuenta. Aunque ciertas personas no se den cuenta, muchos de los que viajan a cualquier lugar y a cualquier costo lo hacen porque tienen hambre de Dios y están haciendo exactamente lo que David enseñó acerca de esperar en Dios. Van a dónde Él está trabajando y se tienden en espera, anticipando cada uno de sus movimientos, buscando la oportunidad de estirar su mano y tocar a Dios”.

Hay personas que están dispuestas a hacer cualquier cosa para ‘atrapar’ a Dios; pagar cualquier precio para tener más de Él. Entienden que lo que obtendrán vale el esfuerzo. Son personas que se mueven de acá para allá buscando el momento para encontrarse con Él. Son gente inquieta, que ‘fuerza’ los encuentros con Dios.

Mi papá siempre trabajó en una fábrica de papel. Cuando yo era pequeño solía buscarlo con mi vieja bicicletica acompañado de mi perro ovejero alemán. Sabía exactamente por dónde aparecería por lo que minutos antes de las 13, horario en el que salía, le tendía una ‘emboscada’ en la esquina de mi casa. No podía esperar el momento de tirarme a su cuello para abrazarlo y besarlo. Los apasionados buscadores de Dios hacen lo mismo. Están al acecho, tendiéndole una ‘emboscada’ en los lugares donde Él se está moviendo y Dios solo se dejará hallar por aquellos que lo buscan apasionadamente.

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