874. Escalera al cielo

Pr. José Luis Cinalli

ESCALERA AL CIELO

“Dijo Dios a Jacob: … sube a Bet-el, y quédate allí… Jacob entonces les ordenó a sus familiares…: “Desháganse de todos esos dioses extraños en los que han creído. Luego báñense y cámbiense de ropa… y subamos a Bet-el… Entonces le entregaron a Jacob todos los ídolos paganos que conservaban… y él los enterró… Y llegó Jacob… y edificó allí un altar… Dios se le apareció… Y Dios lo bendijo”, Génesis 35:1 (VRV), 2 (TLA), 4 (NTV) 6-7 (VRV) y 9 (NTV).

Si estás decidido a subir un nivel en tu relación con Dios considera los siguientes puntos:

1. Despréndete de todo lastre. Cada vez que subas un escalón en tu relación con Dios algo o alguien quedará abajo. Abraham tuvo que desprenderse de Lot y Jacob de los ídolos de su familia. Dios le ordenó a Abraham salir de su tierra sin parientes; sin embargo, se llevó a su sobrino Lot, Génesis 12:1-4. Lot, simboliza todo aquello que Dios no quiere que llevemos con nosotros en el camino de la fe. Representa un estorbo y un lastre. Mientras Abram estuvo con Lot no tuvo visión ni revelación de Dios. No se puede avanzar y conquistar nuevos niveles de unción con aquello que la carne aprecia. No esperes mayor luz a menos que renuncies a todo aquello que Dios te ha pedido. ¿Qué estorba tu crecimiento espiritual? ¿Una relación poco conveniente? ¿Una sociedad desigual? ¿Un amor prohibido? ¿Un pasatiempo que se ha vuelto obsesivo? ¿Un negocio lucrativo pero turbio? Anímate y toma una decisión: ¡despacha a tu Lot!

A diferencia de Abraham, Jacob tuvo que desprenderse de los ídolos de su familia. Jacob había servido a su suegro Labán por más de 20 años. Dios se le apareció y le dijo que se fuera a la tierra de Canaán. Hizo las maletas, tomó a su familia y partió. Lo que no sabía era que su esposa Raquel había tomado los ídolos de su padre: “… mientras Labán fue a cortar la lana de sus ovejas, Raquel le robó a su padre los ídolos de la familia…”, Génesis 31:17 (TLA). Cuando Labán se enteró de lo sucedido los siguió y siete días después los encontró. Su mayor preocupación no eran sus nietos, ni siquiera sus hijas, sino sus dioses: “Puedo entender que sientas que debes irte y anhelas intensamente la casa de tu padre, pero ¿por qué robaste mis dioses?”, Génesis 31:30 (NTV). Jacob no sabía que su esposa se los había robado por lo que le ofreció revisar todo el campamento. “Raquel, luego de tomar los ídolos y esconderlos bajo la montura del camello, se sentó sobre ellos. Labán los buscó por toda la tienda, pero no los encontró”, Génesis 31:34 (BAD). Raquel se aferró a los ídolos de su padre y Labán no quería desprenderse de ellos. La familia entera estaba esclavizada a los ídolos a causa de la desobediencia del padre.

2. Lleva a tu familia a un mayor compromiso con Dios. Jacob estaba decidido a subir un nivel en su relación con Dios. Se dirige a un encuentro de adoración pero no va solo; lleva a toda su familia con él. Los inspiró a la consagración ordenándoles que se desprendieran de sus ídolos (estatuillas que se les atribuía poder para proteger el hogar). Raquel, al igual que nosotros, amaba a Dios pero era infiel espiritualmente al creer también en el poder protector de los tarefines que conservaba en su hogar. Lo más difícil no es adorar a Dios sino hacerlo exclusivamente a Él. Revisa tu casa y destruye todo amuleto propio o heredado en quien tengas puesta tu confianza. Si crees que un trabajo fijo, un sueldo, una casa, ahorros o inversiones aseguran tu futuro entonces ya no confías absolutamente en Dios como tu proveedor. Eso también es idolatría. Todo lo que reciba más atención que Jesús se transforma en un ídolo para nosotros y Dios nunca aceptará el sincretismo espiritual.

La infidelidad a Dios es la tentación más grande del ser humano. La verdadera adoración siempre implica consagración y renuncia. ¿Has identificado los ídolos en quienes confías para tu protección presente o futura? Los ídolos son dioses, y los dioses con minúscula te esclavizan. Te prometen protección que no pueden darte. Un ahorro, un depósito bancario o una herencia podría ser un ídolo si depositas tu confianza en ello. Si tú crees que estas cosas tienen el poder para ‘salvarte’ lee lo siguiente: “Qué aflicción les espera a mis hijos rebeldes —dice el SEÑOR—… Sin consultarme, bajaron a Egipto en busca de ayuda; pusieron su confianza en la protección del faraón… Él no los ayudará; todo lo contrario, los avergonzará… Egipto no les dará nada a cambio. ¡Las promesas de Egipto no sirven para nada!…”, Isaías 30:1-7 (NTV). Observa lo que Dios mismo le prometió a Jacob: “Yo estoy contigo y te protegeré dondequiera que vayas… No te dejaré hasta que haya terminado de darte todo lo que te he prometido”, Génesis 28:15 (NTV). “Esto dice el SEÑOR…: Ustedes se salvarán solo si regresan a mí y descansan en mí…”, Isaías 30:15 (NTV).

Lleva a tu familia natural y espiritual a un nuevo nivel con Dios. Un líder puede ser un ‘piquetero’ espiritual que detiene el avance de la gente que lo sigue. Un líder imparte espiritualmente lo que vive. El pecado que un líder de célula tolera en su propia vida es la autorización que el diablo necesita para arrasar con las personas que lidera. ¡Ten mucho cuidado, podrías ser una puerta abierta a la maldición de otras personas! Si el líder no está decidido a subir un nivel en su relación con Dios, la gente que lidera tampoco lo hará. El líder es la clave o el ‘gran clavo’ en el crecimiento espiritual de las personas que Dios les ha confiado.

3. Sirve en adoración a Dios. Hay una diferencia entre ministrar a Dios y ministrar a la gente. El mayor honor dado a la humanidad es nuestro ministerio al Señor en acción de gracias, alabanza y adoración. Sin dudas, ministrar a Dios es la responsabilidad más importante de todas y es para todos los creyentes: “El Señor tu Dios ha elegido a Leví y a sus descendientes… para que le sirvan… para siempre”, Deuteronomio 18:5 (PDT). La palabra servir o 
ministrar es Sharat en hebreo. En 60 de las 97 veces se relaciona con un servicio que se brinda en adoración a Dios.

 

Cuando Samuel era niño “ministraba a Jehová delante del sacerdote Elí”, 1º Samuel 2:11 y el Señor lo llamó mientras “ministraba a Jehová en presencia de Elí”, 1º Samuel 3:1. Este tipo de servicio era para honrar solo al Señor. En cambio en el templo de la visión de Ezequiel (Ezequiel 44), a los levitas que ‘sirvieron delante de sus ídolos’, el Señor les prohibió servir como sacerdotes. Los levitas habían sido escogidos por Dios para servirlo a Él. “… El Señor puso aparte a la tribu de Leví para que… estuviera en su presencia y lo sirviera…”, Deuteronomio 10:8 (LPD). Pero nota lo que sucedió con el tiempo. “Los levitas… se apartaron de mí para seguir a los detestables ídolos. Como los levitas servían al pueblo frente a sus detestables ídolos y fueron piedra de tropiezo para el pueblo de Israel, los haré responsables y los castigaré. No se acercarán a mí para servir como sacerdotes… Así serán avergonzados por sus horribles acciones”, Ezequiel 44:10-13 (PDT). Dios había llamado a los levitas a estar en presencia de Dios para servirlo; sin embargo, tiempo después los encontramos sirviendo al pueblo en presencia de sus ídolos. ¡El servicio de los levitas había dejado de ser una adoración a Dios!

Cuando tú dejas de servir a Dios para servir al pueblo comienzas a hacer lo que agrada a la gente y dejas de hacer lo correcto por temor de la gente. Tratas de acomodar la verdad para que todos sigan como están y no se sientan intimidados o molestos. En vez de corregir intentas apañar. En definitiva, terminas deshonrando a Dios. Esa fue la diferencia entre Moisés y Aarón. Si lees el libro de Éxodo verás a Moisés continuamente en la montaña y a Aarón entre la gente. Aarón prefería estar en el valle con la gente antes que en el monte, en la presencia de Dios con Moisés. ¿Por qué? Porque Aarón temía más al pueblo que a Dios, por lo tanto, servía al pueblo. Finalmente les daría lo que ellos querían: un ídolo. Demasiado a menudo el líder que carece del temor del Señor utiliza los dones que Dios le ha dado para llevar a cabo los deseos de la gente y no los del Señor.

Ministramos a Dios a través de lo que hacemos para Él. Cada servicio es un acto de devoción y profunda adoración a Dios. El servicio no es al pastor o la iglesia, sino al Rey de Reyes. Tú no sirves a la iglesia, sirves a Dios a través de la iglesia. “Al Señor tu Dios temerás, y sólo a él servirás…”, Deuteronomio 6:13 (RVC). Y tu servicio tiene que ser con alegría, como para Dios. “¡Sirvan al Señor con alegría! ¡Vengan a su presencia con regocijo!”, Salmo 100:2 (RVC).

¿Saben por qué hay tanta gente desilusionada con la iglesia? Porque han trabajado para el hombre en lugar de hacerlo para Dios. “Con todo lo que trabajé para la iglesia y mirá cómo me pagan”. ¡Error!, tú no trabajas para la iglesia, tu sirves a Dios trabajando en la iglesia. Y la recompensa más grande es saber que nuestro servicio es la consecuencia de la confianza que gozamos del rey. Que nuestro servicio sea un verdadero acto de adoración.

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