872. Cómo proteger el destino profético de tu familia

Pr. José Luis Cinalli

CÓMO PROTEGER EL DESTINO PROFÉTICO DE TU FAMILIA

La madre suele ser un factor clave en el desarrollo espiritual de una familia. Cuando Elisabet quedó embarazada se escondió por cinco meses: “Poco después… concibió, y estuvo cinco meses oculta…”, Lucas 1:24 (TA). En lugar de divulgar la gran noticia, se ocultó. ¿Por qué? Porque ella debía proteger el milagro que llevaba dentro. Bill Johnson dice: “Los cinco meses en secreto le sirvieron para fortalecer su fe y contrarrestar las bien intencionadas maldiciones que la gente podría formular, como: “Oh, ¿no estás un poquito vieja como para tener un bebé? ¿No crees que hay muchas probabilidades de que ese niño nazca con deformaciones o retardo?”.

Hay palabras que tienen el potencial de robarnos un milagro en gestación. Constantemente somos atacados con el fin de abortar los planes de Dios. Personas con ‘autoridad en la materia’ influyen al punto de direccionar nuestras acciones. Somos propensos a creerle a los ‘mentirólogos,’ quienes se equivocan permanentemente y dudamos de Dios que nunca falla.

No es fácil reponerse después de haber recibido una declaración negativa, más aún cuando proviene de alguien ‘con autoridad’. ¿Cuántas personas se han rendido a diagnósticos pesimistas?
Muchas veces damos autoridad sobre nuestra vida a personas que no honran ni respetan a Dios, e incluso algunos son abiertos adoradores de Satanás. Agentes del infierno que nos roban los milagros y apagan nuestra fe. Hay que ser sabios y tener el nivel de discernimiento espiritual necesario para creer que cualquier diagnóstico puede ser revertido por el Señor. No ignores la habilidad de Dios para transformar cualquier realidad, por más adversa que sea. Muchos individuos, incluidos médicos, enfermeros y agentes de salud, son incapaces de reconocer el obrar de Dios. Aun cuando tengan estudios complementarios que afirman la sanidad prefieren decir que la enfermedad se encuentra en remisión o está oculta. Su incredulidad es ‘inyectada’ al espíritu del paciente quien sale del consultorio sin esperanza y sin fe. ¡Nadie tiene semejante autoridad! ¡No te rindas ante los pronósticos desalentadores del ser humano! La última palabra siempre la tiene Dios.

Aprendamos de Elisabet. Quizás la razón más importante para ocultarse haya sido preservar la unción del profeta que llevaba en su vientre de las palabras negativas de los demás. “En nuestra cultura occidental es muy raro escuchar a alguien hablar del efecto de las palabras sobre un niño aún no nacido. Sin embargo, te recuerdo, fue el saludo de María la causa del regocijo de Juan. Las palabras le produjeron gozo al niño no nacido. Los niños tienen un discernimiento impresionante que, a menos que sus padres comprendan la forma en la que el mundo espiritual opera y hayan aprendido a resguardar la unción de sus hijos y su don, tiende a deteriorarse a lo largo de la vida hasta que llega un punto en el que el niño ya no puede discernir”.

No soslayes este hecho: Juan, el niño no nacido aún, tuvo la capacidad de reconocer la presencia de Dios en el vientre de María.

No hay dudas de que Dios nos creó, eligió y llamó con un propósito antes de que naciéramos. “Dios… desde antes de nacer, me eligió para servirle… para que yo anunciara a todo el mundo la buena noticia acerca de él…”, Gálatas 1:15 (TLA). El diablo buscará destruir la identidad y frustrar los propósitos de Dios en la vida de los niños. ¿Y cómo lo hace? A través de las descuidadas palabras de sus padres o de otras personas. Elisabet era una madre sabia, que conocía el impacto que producen las palabras en la vida de un niño aún no nacido. Los padres pueden ser agentes de Dios para la bendición de sus hijos o agentes del diablo para la maldición de los mismos. Y sus palabras tienen mucho que ver en ello. Un padre que imparte afirmación y aceptación bendice a sus hijos. Una madre que le hace saber al niño por nacer que es considerado un regalo maravilloso de Dios lo conecta con su propósito y su destino. La bendición de los padres tiene el potencial de crear un fuerte sentido de seguridad en el niño que durará para toda la vida.

¡CUIDADO CON LO QUE DICES!

Elisabet se encargó de mantener a su hijo lejos de la negatividad de la gente, pero necesitó la ayuda de Dios para silenciar la boca incrédula de su esposo que ponía en riesgo el destino glorioso de su hijo. Dios se asoció al trabajo de Elisabet para cuidar el llamado en la vida de Juan. Dejó mudo a Zacarías durante todo el embarazo de su esposa.
El ángel dejó mudo a Zacarías para preservar a Elisabet del escepticismo de su cónyuge. La incredulidad podría ser contagiada a su esposa y ambos perderían el milagro. “La lengua puede traer vida o muerte”, Proverbios 18:21 (NTV). Zacarías pudo haber matado con sus palabras el propósito mismo en la vida de su hijo.

La enseñanza es clara: Dios aísla y silencia a los incrédulos, a los negativos y a los pesimistas. Ellos no son tenidos en cuenta por Dios. Su actitud es tóxica y podría envenenar la fe de los demás.

No te dejes hundir por la depresión de los que te rodean. No dejes que los críticos, los envidiosos, los incrédulos, los cínicos o los hijos del diablo te roben tu propósito o tu milagro. Jesús dijo: “Si puedes creer, al que cree todo le es posible”, Marcos 9:23. Rodearse de personas negativas y pesimistas es insalubre y siempre trae malos resultados.

EN VIVO