867. Un padre, una familia y un futuro

Pr. José Luis Cinalli

UN PADRE, UNA FAMILIA Y UN FUTURO

“… Isaac… llamó a Esaú… y le dijo: … — Prepárame… un buen plato de comida… y tráemelo… Así… te daré mi bendición… Rebeca oyó lo que Isaac le había dicho a su hijo Esaú. Entonces… ella le dijo a su hijo Jacob: —… Tráeme dos de los mejores cabritos… Rebeca preparó con ellos un plato delicioso… Después… con la piel de los cabritos, ella le cubrió los brazos y la parte del cuello donde él no tenía vello… Entonces Jacob llevó la comida a su padre. — ¿Padre?… Soy Esaú, tu hijo mayor —contestó Jacob—… Aquí está lo que cacé… come, para que puedas darme tu bendición… Isaac… no reconoció a Jacob porque, cuando tocó las manos de Jacob, estaban velludas como las de Esaú… Entonces Isaac… bendijo a su hijo… Esaú regresó de cazar. Preparó una comida deliciosa y se la llevó a su padre. Entonces dijo: —Levántate… para que puedas darme tu bendición. Pero Isaac le preguntó: — ¿Quién eres tú? —Soy tu hijo… Esaú —contestó. Isaac… dijo: — ¿Entonces quién me acaba de servir lo que cazó? Ya he comido, y lo bendije a él… ¡y esa bendición quedará en pie!Cuando Esaú oyó las palabras de su padre, lanzó un grito fuerte y lleno de amargura. —Oh padre mío, ¿y yo? ¡Bendíceme también a mí! —le suplicó. Pero Isaac le dijo: —Tu hermano… se ha llevado tu bendición. —… ¿No has guardado ni una bendición para mí?… Oh padre mío, ¡bendíceme también a mí! —le rogó Esaú. Entonces Esaú perdió el control y se echó a llorar…”, Génesis 27:1-3 (NTV), 4 (TLA) 5-38 (NTV).

Existen dos grandes enseñanzas en este pasaje:

1)      Los padres tienen la autoridad para bendecir a sus hijos. “Una voz desde el cielo dijo: “Este es mi hijo amado con quien estoy muy contento’”, Mateo 3:17 (PDT). “¡Miren a mi elegido!… Yo lo amo mucho, y él me llena de alegría…”, Mateo 12:18 (TLA). No es común escuchar a un padre hablar en público de sus hijos de la manera en que Dios lo hizo con el suyo. Esos fueron momentos de aprobación y afirmación para Jesús. Era tan importante que Jesús no hizo un solo milagro antes de recibir la bendición del Padre. Lamentablemente vivimos en una cultura en la que no se practica ni valora la bendición paternal. ¿Cuántas veces fuiste bendecido por tu papá, mamá o por ambos al mismo tiempo? ¿Cuándo fue la última vez  que ellos hicieron esto contigo? Si Jesús necesitó la bendición de su Padre para cumplir con su destino, ¡cuánto más la necesitarán nuestros hijos! Un padre posee la llave que abre el futuro esplendoroso de sus hijos. Y esa llave se llama bendición.

2)      La bendición aparece como un bien muy preciado. Tan codiciada, valorada y estimada era la bendición que Rebeca y su hijo Jacob estuvieron dispuestos a mentir y engañar a fin de obtenerla. Además, la reacción desesperada de Esaú demuestra el poder y el alcance que tenía una bendición.Esaú sabía que su futuro dependía de la bendición de su padre. Y así sucedió. Jacob prosperó, se multiplicó y se enriqueció grandemente; en cambio, la tribu de Esaú jamás prosperó y constantemente fue atacada por sus enemigos.

Es difícil encontrar una familia en la que se respire una atmósfera de bendición hoy en día. Debido a ello, muchos hijos al igual que Esaú andan por la vida clamando desesperadamente por una bendición. Imagina que diferente sería todo si comenzáramos a practicar lo que Carig Hill llamaLa cultura de la bendición, donde los padres bendicen a sus hijos declarando visión y prosperidad para ellos y su futuro. Esa cultura crea en los hijos una expectativa de éxito futuro que les da afirmación y les ayuda a cumplir con el propósito de sus vidas. Es una impartición de identidad y destino. Las palabras de los padres son proféticas y los hijos terminarán siendo lo que ellos han declarado.

Desgraciadamente los hijos son valorados, estimados y bendecidos debido a su comportamiento. Si hacen lo correcto reciben aprobación, de lo contrario, son descalificados como personas. Se los valora por lo que hacen no por lo son. Un hijo debe ser bendecido siempre aun cuando no se comporte bien o sea rebelde. Esto no significa que los padres deban apañar o ser permisivos con el mal comportamiento. Un padre que no corrige no ama. Pero la disciplina no debe ser descalificarlos como personas. La valoración de un hijo no depende de su desempeño. La máxima debe ser: se bendice a la persona y se disciplina su comportamiento.

El pastor Hill dice que en Proverbios 6:23 encontramos los tres componentes de la disciplina: “El mandamiento es una lámpara, la enseñanza es una luz y la reprensión que disciplina es el camino que lleva a la vida”, PDT. El versículo menciona mandamiento, enseñanza y reprimenda.

El mandamiento es asegurarse de que el niño sepa claramente lo que se espera de él. Si disciplinas a tu hijo por algo que nunca le dijiste que debía hacer, eso lastimará su corazón y creará confusión. Así que el primer paso es decir claramente lo que se requiere del niño.

En segundo lugar aparece la enseñanza. Hay que explicarle al niño la importancia del mandamiento. Si tú le das una orden sin explicarle la razón de su existencia, el niño aprenderá a obedecer solo cuando tú estés cerca y solamente para evitar el castigo. Pero si tu hijo aprende la sabiduría detrás del mandamiento, él podrá escoger porque comprende el propósito de la restricción.

El tercer componente es la reprimenda. Es la aplicación de una consecuencia cuando el mandamiento es violado. Si un padre nunca establece ni aplica una consecuencia cuando se viola un mandamiento, da el mensaje de que se puede vivir la vida como uno quiera y sin consecuencias y enseña a sus hijos que la orden del padre vale nada.

La naturaleza humana es probar los límites. Es importante que los padres planifiquen cómo establecer límites y qué consecuencias sufrirán si sus hijos cruzan esos límites. Si no lo hacen es fácil caer en la trampa de maldecir la identidad del niño sin corregir su comportamiento. El pastor Hill da un ejemplo muy claro.  

Emily se sentía frustrada porque no lograba que su hija de 15 años sacara la basura. Cathy, su hija, era responsable de sacarla todos los martes por la noche. Pero no lo hacía ya que cuando llegaba el día ella permanecía en su habitación enviando mensajes de textos a sus amigos o visitando el Facebook. La mamá le recordaba su responsabilidad y Cathy prometía sacar la basura bien temprano el miércoles antes de que pasara el camión recolector. Como casi siempre incumplía su promesa la mamá entraba al cuarto gritando y pateando todo lo que encontraba a su paso. “Quiero que te levantes y saques la basura”, gruñía la mamá y Cathy respondía: “Mamá, ¡eres la nazi de la basura!”. La historia se repetía todas las semanas; el tono de voz se elevaba y la mamá se desbocaba con todo tipo de insultos: “inservible, vaga, irresponsable, no servís para nada”. El cuadro termina cuando la hija salía de la habitación gritando y llorando de impotencia.

La actitud de Emily es el reflejo de lo que hacen muchos padres que no saben manejar el tema de los límites y la disciplina. El mal comportamiento de sus hijos los lleva a atacar su identidad transformándose en agentes de Satanás para arruinar el potencial y el futuro al maldecirlos con sus palabras. Emily al final aprendió la lección. Un día se sentó con su hija y le pidió perdón por su maltrato. “No me imagino a Dios tratando con tanto dureza a sus hijos como yo lo hago. No tengo derecho a ser tan irrespetuosa y agresiva contigo”, dijo acongojada la madre. Cathy no podía creer lo que estaba escuchando. Su mamá nunca había reconocido sus errores y siempre había sido muy dura con ella. Finalmente se quebró y Cathy se lanzó sobre el cuerpo de su mamá en señal de que la perdonaba. Madre e hija se reconciliaron y oraron juntas.  

Al día siguiente Emily y su esposo hablaron con su hija acerca de gobernar con el sistema de autoridad empleado por Dios y no por Satanás: “Dios nos da a elegir y también nos dice cuáles serán la consecuencias de nuestras elecciones, pero no nos obliga ni nos presiona. De ahora en adelante te daremos responsabilidades con consecuencias y no te obligaremos a hacer nuestra voluntad. Tú tendrás el derecho de elegir”, le dijeron claramente a su hija Cathy. “Por ejemplo, es tu responsabilidad sacar la basura todos los martes a la noche. ¿Estás de acuerdo?”, preguntaron los padres. “Totalmente de acuerdo”, dijo la hija. “De todos modos, ni tu madre ni yo te molestaremos al respecto. Cuándo y cómo lo haces es tu elección, pero habrá consecuencias según lo elección. Si la sacas, todos estaremos libre de basura por una semana pero si no sacas a tiempo la basura, tú te harás responsable de ella, ¿entiendes?”. Cathy no entendía muy bien eso de la responsabilizarse de su elección pero le gustaba la nueva actitud que tenían sus padres y eso de que no la maltratarían más. 

La semana siguiente Emily estaba muy contenta porque su hija había sacado la basura a tiempo; sin embargo, la alegría duró tan solo una semana. El próximo martes la basura estaba en casa aunque Emily estaba en paz porque ya no era su tarea imponer su voluntad ni ‘controlar’ a su hija. Le habían dado una orden, la instrucción y también cuáles serían las consecuencias. Cathy había elegido y ahora debía hacerse responsable de su elección.

Cuando Cathy llegó de la escuela se encontró con un ambiente tranquilo. La mamá la saludó amablemente y ella pensó que un verdadero milagro había ocurrido en su hogar. Subió las escaleras, entró en su cuarto y gritó: “Mamá, hay seis bolsas de basura tiradas en mi habitación”. “Lo sé”, dijo la mamá con calma. “¿Recuerdas la conversación que tuvimos sobre las elecciones y las consecuencias?”. “Sí”, dijo Cathy, “¿pero por qué hay seis bolsas de basura en el piso?”. “Bien, recordarás que te explicamos que habría consecuencias y que tú te harías responsable de la basura. Como decidiste no sacar la basura es justo que te quedes con ella hasta la semana que viene”. “¡Pero mamá!”, lloró Cathy. “Apesta y ocupa mucho espacio”. “Lo siento, querida”, dijo Emily. “Sé que no es agradable. Es por eso que te aconsejamos tanto que sacaras la basura. Pero tú elegiste la otra opción. Eso quiere decir que hasta el próximo martes vas a tener que mantener la basura en tu habitación. Quiero que sepas que no estamos enojados contigo. Te amamos mucho. Eres nuestra hija. Eres hermosa, inteligente y Dios tiene un destino increíble para tu vida. Pero tú elegiste la peor opción y esta es la consecuencia. Dios te bendiga cariño. Buenas noches”. Esa fue la última vez que Cathy no sacó su basura.

Ejerce autoridad en tu hogar honrando el libre albedrío mientras aplicas consecuencias por las malas decisiones. Crea una tradición de bendición familiar. La atmósfera de tu hogar podría cambiar radicalmente. Antes de hacerlo arregla cuentas con todos. Pide perdón por haber empleado el sistema de autoridad del infierno maldiciendo, desvalorizando y atacando la identidad y el futuro de tus hijos. Admite tus errores y pide perdón. Comprométete a construir puentes para acercar cualquier distancia emocional con algunos de tus seres queridos. Luego bendice a cada miembro de tu familia. Cuando las heridas y las ofensas han sido resueltas tú puedes bendecir a su esposa/o y a cada hijo individualmente. Este tipo de inversión trae frutos en esta y en las próximas generaciones. ¡Que Dios te acompañe en tamaña empresa!

Oración de bendición familiar. “Creo que soy un agente de Dios para la bendición de mi familia. Reconozco que mi familia es un regalo divino, valioso y que aprecio profundamente. Establezco desde hoy en adelante una cultura de bendición que hará que toda mi familia camine en los propósitos y alcance el destino único dado por Dios. Activo todos los recursos espirituales disponibles para impartir bendición sobre los que amo. Mi familia es especial. Bloqueo todo acceso demoníaco. Rompo con todo poder de iniquidad. El diablo no tiene acceso a mi familia. Mis hijos son aceptados, valorados, amados y bendecidos. Señor, ellos te servirán, crecerán sanos y ejercerán un poderoso liderazgo en las naciones. Nunca dejarán de amarte y siempre serán llenos del Espíritu Santo. Vivirán en la presencia del Todopoderoso. Serán preservados de alianzas incorrectas. Vivirán lejos de la maldad. Declaro que vivirán en pureza sexual y practicarán la fidelidad. Declaro unidad sobre los vínculos de mi familia. Se activa en mi hogar la unción de la multiplicación. Viviremos bajo el favor, inspiración y poder del Espíritu Santo. Caminaremos en salud física, emocional y espiritual. Declaro crecimiento y expansión sobrenatural y exponencial en todas las áreas de nuestras vidas. Confieso que nos mantendremos lejos de los caminos extraños. Viviremos un estilo de vida de bendición y tendremos larga vida. Declaro que todos los integrantes de mi familia confiarán en Dios en toda circunstancia de la vida. Por último, tomo la bendición bíblica para bendecir mi familia: “Que el SEÑOR te bendiga y te proteja. Que el SEÑOR sonría sobre ti y sea compasivo contigo. Que el SEÑOR te muestre su favor y te dé su paz”, Números 6:25-26 (NTV). Amén”.

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