865. El Dios que te escucha es el mismo que te ayuda

Pr. José Luis Cinalli

EL DIOS QUE TE ESCUCHA ES EL MISMO QUE TE AYUDA

“Sarai, la esposa de Abram, le dijo: “…Ve y acuéstate con mi sierva; quizá yo pueda tener hijos por medio de ella”… Así que Abram tuvo relaciones sexuales con Agar, y ella quedó embarazada… Sarai comenzó a tratar a Agar con tanta dureza que al final ella huyó. El ángel del SEÑOR encontró a Agar en el desierto… El ángel le dijo:… — darás a luz un hijo. Lo llamarás Ismael (que significa“Dios oye”), porque el SEÑOR ha oído tu clamor de angustia…”, Génesis 16:1-11 (NTV).

Cuando terminó el culto de adoración que tenemos todos los martes a las seis de la mañana se acercó una mujer. Lo que dijo me ‘partió el corazón’. Es mamá soltera y su hija tiene 12 años. El papá de la nena no tiene el mínimo interés en relacionarse con ella. Vez pasada entró en una profunda crisis y, en medio de un mar de lágrimas, le dijo a su mamá: “¿por qué mi papá no quiere verme?”. Con el corazón en la mano la mamá buscó al padre de la niña hasta que dio con él. Le pidió por favor que fuera a verla. Como no quiso hacerlo ella fue a buscarlo a la casa y lo llevó a la ‘fuerza’.

Me costaba imaginar el cuadro. No podía disimular las lágrimas que brotaban de mis ojos. No podía creer que una niña tuviera que mendigar un poco de afecto de su propio padre. Y mientras la mamá me contaba, yo pensaba: “¡Hasta qué punto hemos llegado!”.

¿Qué motivos puede tener un padre para no ver a su hija? ¿Qué pudo haber hecho esa niña para que su papá le niegue amor? ¡Qué diferente es nuestro padre celestial!: “Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que somos!…”, 1ª Juan 3:1 (NTV). “… Dios los ama y los ha elegido…”, 1ª Tesalonicenses 1:4 (NTV). Dios es un padre bueno. Fuiste planeado, creado y llamado por Dios para un propósito eterno. Él es tu ‘fan’ número uno. ¡Eres hijo, eres amado y eres bendecido!

Los hijos sufren cuando los padres no asumen su responsabilidad. Imagina a la niña de nuestro caso. Crece sintiéndose abandonada. Lo mismo que le sucedió a Ismael, el hijo que Abraham no cuidó, despreció y finalmente abandonó. Pero existe un versículo que cambia toda la historia. El niño no cuidado por su padre fue a parar a los brazos de Dios: “Y Dios estaba con el niño…”, Génesis 21:20 (RVC). El Todopoderoso asumió el cuidado de la mamá primero: El ángel del SEÑOR encontró a Agar en el desierto”, Génesis 16:7 (NTV) y del niño después, Génesis 21. Posiblemente tú seas un hijo no reconocido, quizás hasta ni conozcas a tu papá. No tienes por qué estar atado a ese doloroso pasado. Piénsalo de esta manera. La irresponsabilidad de tu padre terrenal te otorga el derecho de estar en brazos de tu Padre Celestial. El SEÑOR… le dice al que es despreciado y rechazado: “… Los reyes se pondrán en posición de firmes cuando tú pases… Reyes y reinas te servirán y atenderán a todas tus necesidades. Se inclinarán hasta el suelo ante ti… Entonces sabrás que yo soy el SEÑOR. Los que confían en mí nunca serán avergonzados… Pues yo pelearé contra quienes peleen contigo… Todo el mundo sabrá que yo, el SEÑOR, soy tu Salvador y tu Redentor…”, Isaías 49:7 y 23-26 (NTV). Si tienes dudas acerca del amor de Dios y de tu filiación como hijo lee lo siguiente: “¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho? ¿Puede no sentir amor por el niño al que dio a luz? Pero aun si eso fuera posible, yo no los olvidaría a ustedes. Mira, he escrito tu nombre en las palmas de mis manos”, Isaías 49:15-16 (NTV).

Desechada por todos, bendecida por Dios

“Sara… fue a decirle a Abraham: “Echa de aquí a esa esclava y a su hijo”… Abraham… la despidió junto con el niño. Agar se fue en dirección al desierto… Cuando se le acabó el agua, acostó al niño bajo un arbusto… y… se echó a llorar. Dios oyó los gritos del niño, y llamó a Agar desde el cielo y le dijo: “¿Qué te pasa, Agar? No tengas miedo, ya escuché los gritos del niño… No morirá, pues sus descendientes llegarán a ser una gran nación”. En ese momento Dios permitió que Agar viera un pozo de agua. Ella corrió a llenar la bolsa, y le dio de beber al niño. Cuando el niño creció, se quedó a vivir en el desierto de Parán… y Dios siempre le brindó su ayuda…, Génesis 21:9-20 (TLA).

Pensemos en Agar. Arrancada de su hogar y vendida como esclava. Vivió como extranjera, sin derechos y sin patria. Apartada de sus afectos para ser cosificada como una pertenencia más. Su ‘dueña’, al no tener un hijo propio, levanta descendencia ofreciéndosela a su esposo. Nadie le preguntó si le parecía bien la idea de perder la virginidad con un hombre que podía ser su abuelo.  

El nacimiento del niño le trajo nuevas desgracias. Fue echada sin más nada que un poco de agua a la voracidad del desierto. Pero fue allí donde Dios la recogió. ¡Desechada por todos, elegida por Dios!Se le prometió que su hijo sería el origen de una gran nación. Agar aprendió que valía la pena esperar en Dios. Esta historia ilustra el profundo amor e interés del Señor por las personas que han sido abusadas, oprimidas y despreciadas. También nos enseña que confiar en Él es lo mejor que podemos hacer.

La historia de Agar podría ser la tuya. Probablemente hayas sido abandonada, despreciada y hasta usada por un hombre que prometió amor y fidelidad y te pagó con golpes y maltratos. Quizás estuviste en una situación de vulnerabilidad que no merecías; padeciste y fuiste objeto de humillaciones y vejaciones que no puedes ni siquiera nombrar. La buena noticia es que la vida no ha terminado para ti. El Dios que escuchó los gritos de angustia de Agar y la ayudó también lo hará contigo. No te arrincones a llorar tu amargura, elévalas a Dios. No renuncies a tus sueños. No te resistas a los embates de la vida, transfórmalos en tus aliados . El Dios de Agar es también tu Dios. Te ayudará en los momentos más difíciles y te dirá que tienes un propósito que cumplir y un destino que alcanzar; te dirá que sigues siendo la niña de sus ojos: “Cuando Dios los encontró, ustedes andaban por el desierto, por tierras barridas por el viento. Pero él los tomó en sus brazos y los cuidó como a sus propios ojos.Dios ha cuidado de ustedes como cuida el águila a sus polluelos. Dios siempre ha estado cerca para ayudarlos a sobrevivir, Deuteronomio 32:10-11 (TLA).

Es alarmante la despreocupación de los padres en la crianza de sus hijos. Se desentienden de ellos con un desparpajo que no es común ni siquiera entre los animales. Hablamos de seres frágiles que necesitan guía, acompañamiento, referencias y límites. Necesitan presencia activa y rectora. Necesitan padres que asuman la responsabilidad de tamaño privilegio. No se puede delegar la crianza de los hijos ni su educación, no se puede dejar el futuro en piloto automático. Hay personas cuya desfachatez es tan grande que no tuvieron el mínimo reparo en bajarse los pantalones cuando no tenían que hacerlo y que después no quieren hacerse responsables de los hijos que traen al mundo. Muchas veces los hijos no son frutos del amor sino del egoísmo de sus progenitores. Es posible que lo que decimos no resulte agradable para algunos lectores. Nunca tuvimos la intención de que lo fuera. Pero eso sí, nos gustaría que los llevara a la reflexión y luego a la transformación para que se conviertan en padres responsables que aman a sus hijos y honran a Dios. 

Si tú eres un padre despreocupado de tus hijos, que no cuida su descendencia es hora de cambiar. No honras a Dios desentendiéndote de ellos. Asume la responsabilidad por tus acciones. Acércate y bríndales tu apoyo. Búscalos, llámalos. Encamínalos en la senda del Señor. Si tienes que pedir perdón hazlo, llévalos a tomar un helado, camina con ellos. No centres tu responsabilidad solo en lo material, agrégale parte de tu tiempo y de tu vida. Conviértete en el mejor padre posible.

¿Te sentiste abandonado, despreciado o rechazado por tu padre? Mujer, ¿te han hecho sentir una persona descartable, poco apreciada o desvalorizada? Lee con atención. Dios escuchó los gritos angustiantes de Agar en el desierto y la recogió: “El ángel del SEÑOR encontró a Agar… el SEÑOR ha oído tu clamor de angustia…”, Génesis 16:7 y11 (NTV). Y Dios escuchó los desesperados gritos de Ismael y lo ayudó: “Dios oyó los gritos del niño… y Dios siempre le brindó su ayuda…, Génesis 21:17 y 20 (TLA). El Dios de Agar y de Ismael es tu Dios. Aunque las circunstancias a tu alrededor parezcan imposibles de arreglar, descansa en Dios y sé paciente. No permitas que el ánimo decaiga. Ve al encuentro del Dios que no te abandonará ni te defraudará y una vez superada la dificultad tendrás mayor revelación y unción de Dios en tu vida.

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