Impide que Dios se vaya

“… El SEÑOR Soberano puso su mano sobre mí. Vi una figura con apariencia de hombre… me agarró por el pelo… y me llevó a Jerusalén; una vez allí, me dejó a la entrada… 

Allí habían colocado un ídolo, pero allí también estaba el Dios de Israel en todo su esplendor… Me dijo:¿…has visto todos los horrores que comete aquí la casa de Israel para echarme de mi Santuario?… Dios me llevó luego a la entrada del patio del templo, y en la pared vi un agujero. Dios me dijo: “Haz más grande ese agujero”. Así lo hice, y encontré una entrada. Entonces Dios me dijo: “Entra y verás las acciones tan repugnantes que allí se cometen”. 

En cuanto entré, pude ver… que los setenta jefes de los isaelitas estaban adorando a esos ídolos… Entonces Dios me dijo: “Mira a los jefes de Israel. ¡Allí los tienes, cada uno adorando en secreto a su propio ídolo! Ellos… piensan que no los veo…”. Entonces Dios me dijo:… ¡Todo el tiempo me están haciendo enojar!… Estoy tan enojado que voy a castigarlos sin ninguna compasión. A gritos me pedirán que los perdone, ¡pero no les haré caso!’”, Ezequiel 8:1-2 (NTV), 3-4 (TLA), 6 (BL95), 7-18 (TLA).

A Dios podemos:
1. Contristarlo: “No hagan poner triste al Espíritu Santo…”, Efesios 4:30 (PDT). “La maldad de hombres y mujeres iba en aumento… Cuando Dios vio tanta maldad en ellos, se puso muy triste…”, Génesis 6:5-6 (TLA). “Esa gente se rebeló muchas veces contra Dios en el desierto, le dieron a Dios mucha tristeza”, Salmo 78:40 (PDT).¡Todo el tiempo me están haciendo enojar!”, Ezequiel 8:17 (TLA).

2. Apagarlo: “No apaguen el fuego del Espíritu Santo”, 1ª Tesalonicenses 5:19 (DHH). Apagar el fuego significa sofocarlo, extinguirlo. En la época en que Elí y sus hijos eran irreverentes con Dios la llama de Su presencia disminuyó gradualmente hasta que un día se apagó: “Icabod… la gloria de Israel se ha ido”, 1º Samuel 4:21 (NTV).

3. Alejarlo. “… ¿Ves lo que hacen? ¿Ves los pecados detestables que cometen los israelitas para sacarme de mi templo?…”, Ezequiel 8:6 (NTV). No existe cosa peor que ver a Dios emprender la retirada a consecuencia de la rebeldía del hombre. Los capítulos 8 al 11 del libro de Ezequiel muestran claramente que Dios puede ser echado de un lugar, incluso, de su propio templo.

Dios llevó a Ezequiel, por medio de una visión, al templo en Jerusalén para mostrarle los pecados que allí se cometían. El versículo 3 dice: “Allí habían colocado un ídolo, pero allí también estaba el Dios de Israel en todo su esplendor”, TLA. A pesar de la provocación y la desobediencia manifiesta, Dios todavía permanecía en el templo. Recién lo vemos alejarse en el capítulo diez, lo cual muestra la gran paciencia de Dios. El avivamiento no ocurre de un día para otro como tampoco la gloria de Dios se marcha de buenas a primera. Seguramente al entrar en muchas iglesias y catedrales no puedes explicar qué pasa en ese lugar, pero algo en lo profundo de tu ser te dice que la gloria de Dios ahí no reposa.

El versículo 12 expresa: “… El SEÑOR me dijo… ¿has visto lo que los líderes de Israel hacen con sus ídolos en los rincones oscuros? Dicen: “¡El SEÑOR no nos ve; él ha abandonado nuestra tierra!’”, NTV. El ídolo que Dios le mostró al profeta probablemente haya sido la estatua de Asera, diosa de la fertilidad y el amor. Su culto iba normalmente acompañado de excesos sexuales. Algunos reyes impíos habían dado acceso a este tipo de adoración dentro del templo de Jerusalén. Los líderes pecaban en lo oculto. También nosotros obramos de la misma manera.Cuando sabemos que lo que hacemos está mal tratamos de hacerlo en secreto; que nadie nos vea. Eso es lo que hizo David, sin embargo, Dios le dijo: “Lo que tú hiciste a escondidas, yo lo haré a plena luz, a la vista de todo Israel”, 2º Samuel 12:12 (NVI). Dios le mostró a Ezequiel los pecados de los líderes en el templo y le mostró a Natán el pecado de adulterio de su siervo David. ¿Cómo te sentirías si Dios llevara a cabo una “sesión abierta al público” de tu vida privada?

En la película La era del hielo hay una escena en la que el tigre se tapa la cara y dice: “no ta’ el bebé”. Nosotros hacemos lo mismo cuando pecamos… nos tapamos los ojos y decimos “no ta’ Dios”. “El malvado… se dice a sí mismo: “Dios se ha olvidado. Se cubre el rostro. Nunca ve nada’”, Salmo 10:11 (BAD). Aunque nosotros pensemos y digamos que Dios no está, Él sí está y se siente dolido y enojado por los pecados que cometemos. En lugar de preocuparnos por la forma en que la gente nos ve preocupémonos por lo que Dios piensa, porque Él lo ve todo.

Los pecados no son para ocultarlos sino para confesarlos y abandonarlos. La gente dice cosas como: “no importa”, “todo el mundo lo hace” o “nadie lo sabrá”. Buscar explicaciones racionales para el pecado hace que sea más fácil cometerlo, pero no convence a un cónyuge herido, a una familia destruida o a una iglesia debilitada; y, tampoco cancela el castigo de Dios.

Cuando una persona anda en malos caminos y no quiere cambiar termina abandonando la iglesia en que se manifiesta la presencia de Dios para refugiarse en otra donde la presencia de Dios no exista: “Todos los que hacen lo malo odian la luz, y no se acercan a ella, para que no se descubra lo que están haciendo”, Juan 3:20 (TLA). En iglesias ‘muertas’ y sin presencia el pecado difícilmente sea revelado; en cambio, la presencia de Dios todo lo revela.

Llama la atención que en el mismo lugar donde estaba el Dios de Israel con todo su esplendor los líderes dijeran que Dios los había abandonado. El pecado impide que la presencia de Dios se manifieste. Si tú vives en pecado nunca sentirás a Dios por más cerca que Él esté. 

El alejamiento de Dios

La gloria del Señor se alejó lentamente, podría decirse con total desagrado, pero se fue. Antes que la orden de destrucción sea ejecutada la gloria abandonó el templo y la ciudad. A continuación se detalla la secuencia de la retirada

a. La presencia de Dios abandona el altar. “Entonces la gloria del Dios de Israel se elevó de entre los querubines, donde había reposado, y se movió hacia la entrada del templo”, Ezequiel 9: 3 (NTV) y 10:4 (NVI).

b. La presencia de Dios se retira del templo. “Así que la gloria del Señor dejó la entrada del templo y se colocó sobre los querubines”, Ezequiel 10:18 (PDT). Dios se apartó del templo y nunca más estuvo completamente presente hasta que Cristo mismo lo visitara siglos después.

c. La presencia de Dios deja la ciudad y se posa sobre el monte de los Olivos. “La gloria del Señor se elevó y salió de la ciudad y se detuvo en el Monte de los Olivos…”, Ezequiel 11:23 (PDT). Deja la ciudad solo porque la maldad de los hombres lo obliga.

d. La presencia de Dios se va del país. Antes de abandonar definitivamente el país Dios contempla la ciudad de Jerusalén desde el Monte de los Olivos, quizás para reflejar la íntima pena que le produce abandonar la que por siglos había si su morada.

Debido a los pecados la gloria de Dios se marchó. El templo ya no era el lugar apto para la presencia de Dios, tampoco la nación. Cuando las personas se alejan de Dios, Dios se aleja de ellas: “El SEÑOR estará con ustedes, siempre y cuando ustedes estén con él. Si lo buscan, él dejará que ustedes lo hallen; pero si lo abandonan, él los abandonará”, 2º Crónicas 15:2 (NVI). Si tú no te interesas en Dios y en sus cosas, ¿por qué razón piensas que Él debería interesarse en ti y en tus cosas? 

Cuando dejamos de atraer la presencia de Dios corremos un gran peligro. Dios se retirará buscando la atmósfera adecuada en la que le den la bienvenida; una habitación como Él merece. Quizás ahora puedas entender esas expresiones que muchas veces decimos, tales como “en esta iglesia Dios no se mueve”, “esta ciudad es muy dura” “o esta nación está cerrada al mover de Dios”.

¿No será más bien que nuestras vidas, familias, congregaciones, ministerios, ciudades y naciones no experimentan la manifestación de la presencia de Dios debido a que nosotros no hemos hecho lo que nos correspondía para crear la atmósfera adecuada para el obrar de Dios y, a la vez, hemos colaborado para apagar y alejar la presencia de Dios?

Que en este día podamos examinarnos para darnos cuenta dónde estamos parados espiritualmente y si estamos haciendo lo que corresponde para atraer la poderosa presencia de Dios. ¡El Señor está deseoso de manifestarse y derramar el más grande avivamiento de la historia sobre nuestras vidas, familias, iglesias, ministerios, ciudades y naciones! ¡No nos quedemos afuera! ¡Este puede ser nuestro mejor tiempo!

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