Encuentra el secreto para ser feliz

Pablo García era un próspero agente de viajes; ahora, un corredor de bicicletas. En los últimos 10 años recorrió 104.313 kilómetros. García está convencido que no solo el dinero hace a la felicidad.18

En el año 1995 llevaba una vida soñada. Tenía una agencia turística en Maceió, Brasil. Ganaba mucho dinero y vivía en un departamento con vista al mar. De pronto sintió que algo le faltaba. Ni la empresa, los amigos, y tampoco su novia, cubrían el vacío que tenía adentro. Comenzó a soñar con la idea de recorrer el mundo en dos ruedas. Abandonó todo, consiguió algunos auspiciantes y se dio a la aventura. Lleva 78 países recorridos, recibe donaciones en su web y su ‘locura’ es dar la vuelta al mundo en bicicleta. Cuando se le preguntó qué opinaba de la gente que dice que el dinero hace la felicidad, respondió: “Para mí la felicidad es el equilibrio entre lo que me gusta y lo que hago, entre lo que sé hacer y lo que debo hacer”.
Alcanzar la felicidad siempre ha sido el centro de de-bates, discusiones y aun de filosofías. Hay quienes la prometen realizando tal o cual cosa,  pero concretamente, ¿qué es lo que nos hace felices? ¿El dinero, el placer, el reconocimiento, los logros?
La satisfacción permanente no proviene de la obtención de cosas. Nos engañamos cuando medimos nuestro contentamiento por la cantidad de riqueza que poseemos. Las cosas pueden traernos felicidad, pero solo momentáneamente. Cuando uno tiene las necesidades básicas insatisfechas (solo las básicas) todo ingreso extra mejora nuestra felicidad. Pero cuando esas necesidades están cubiertas, la dicha deja de venir de los cajeros automáticos. Hoy en día existe una nueva rama de la psicología llamada la ciencia de la felicidad y es una de las cátedras extracurriculares más concurridas en Harvard. Se ha demostrado que “las cosas” no traen verdadera felicidad, pero que la felicidad atrae mejores resultados profesionales. Se enseña que el dinero no basta para ser dichoso y que, lo más importante es hacer lo que nos gusta manteniendo vivas las relaciones familiares.
David está de acuerdo con esta declaración, pero solo en parte. Él dijo: ¡En tu presencia soy muy feliz! ¡A tu lado soy siempre dichoso!”, Salmo 16:11 (TLA). “¡Despertar y verme en tu presencia será mi mayor alegría!”, Salmo 17:15 (TLA). “Dios mío, el rey está muy alegre… Tu presencia lo llena de alegría”, Salmo 21:1-6 (TLA). El hombre que supo conquistar el corazón de Dios era feliz y su felicidad provenía de su relación personal e íntima con Dios. El profeta Isaías compartía este punto de vista: “¡Mi Dios me llena de alegría; su presencia me llena de gozo!”, Isaías 61:10 (TLA).

Beneficios de estar en su presencia

1. En su presencia tenemos protección: “Los escondes en el refugio de tu presencia… Los proteges en tu presencia…”, Salmo 31:20 (NTV).
2. En su presencia obtenemos revelación: “Sólo en ti se encuentra la fuente de la vida, y sólo en tu presencia podemos ver la luz”, Salmo 36:9 (TLA).
3. En su presencia somos bendecidos: “Tú, mi Dios, me libraste de caer, me libraste de morir, para que nunca deje yo de andar en tu presencia…”, Salmo 56:13 (TLA). Dios nos libra para que andemos en su presencia. “Todos los israelitas y sus descendientes deberán presentarme siempre estas ofrendas a la entrada del santuario. Allí me encontraré con los israelitas… Mi presencia hará de ese lugar algo muy especial”, Éxodo 29:42 (TLA). “Dios mío… Tu presencia da a tu templo una belleza sin igual”, Salmo 93:5 (TLA).
4. En su presencia somos prosperados: “Dios nuestro, en tu presencia la gente buena crece y prospera…”, Salmo 92:12 (TLA). …Yo, en su presencia, cobro vida como árbol cargado de frutos”, Salmo 52:8 (TLA).
5. En su presencia hay regocijo y avivamiento: “¡Cantemos himnos a Dios! ¡Sí, cantémosle…! ¡Hagamos fiesta en su presencia!…”, Salmo 68:4 (TLA). ¡Si buscamos su presencia tendremos un pentecostés!
David era feliz en la presencia de Dios, pero un día perdió la presencia y, entonces, perdió también la alegría. David sabía que la única manera de volver a ser feliz era recuperando la presencia: “No me expulses de tu presencia y no me quites tu Espíritu Santo… y así volveré a ser feliz”, Salmo 51:11 (NTV) y 12 (TLA).
¿Cuándo perdió David la presencia de Dios? Cuando pecó. El capítulo 11 de 2º libro de Samuel relata el fatídico suceso del adulterio de David. El escritor bíblico registra detalles y pormenores de ese acontecimiento, pero no dice nada de Dios sino hasta el último versículo: “…A Dios no le gustó lo que David había hecho”, 2º Samuel 11:27 (TLA).
Las consecuencias por el adulterio de David con Betsabé fueron muchas y devastadoras pero la pérdida más grande fue la presencia de Dios. ¡David perdió la alegría cuando perdió la presencia! Dios era su alegría. David era rey y lo tenía todo. Aun así nada lograba satisfacerlo, excepto Dios. El harén de mujeres era tan grande como él lo deseara. Sus comodidades y riquezas no tenían límites. Sin embargo solo la presencia de Dios le traía felicidad. Para David la mayor bendición era estar en la presencia de Dios y el peor castigo estar lejos de su presencia: “Que huyan de su presencia los que le odian…”, Salmo 68:1 (BAD).
El fracaso más grande en la vida de David se relacionó con su sexualidad. Se dejó dominar por la lujuria. Coleccionaba mujeres como si fueran trofeos.
La promesa hecha en el altar: “Hasta que la muerte nos separe” no nos hace inmunes frente a la tentación sexual, tampoco el amor o los años de matrimonio. El pecado nunca anuncia su llegada en alta voz. Más bien se acerca sutilmente y nos chantajea mediante el engaño, hasta que finalmente, con la guardia baja, dispara contra nosotros sin piedad y cuando menos lo esperamos.
Podemos ser tentados en cualquier momento, seamos casados o solteros, tengamos 15 o 65 años. La Biblia dice: “Cuando sean tentados”, Santiago 1:13 (NTV); no dice: “Si son tentados”. No podemos impedir que la tentación llegue a nuestra vida pero podemos no ceder ante ella: “Dichoso el que hace frente a la tentación; porque, pasada la prueba, se hace acreedor a la corona de vida, la cual Dios ha prometido dar a quienes lo aman”, Santiago 1:12 (RVC).
¿Cómo está tu matrimonio? ¿Por qué perder el tiempo con alguien más? ¡Decide ser ferozmente leal a tu pareja todos los días! Sella la relación matrimonial y no des lugar a alguien más. Llena el tanque emocional de tu cónyuge atendiendo sus necesidades afectivas y sexuales. Admira a tu pareja. Ten el oído siempre atento para el amor de tu vida. No hagas lo que sabes que no debes hacer.
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