Descubre el poder de la honra

Si Dios se te apareciera en el día de tu cumpleaños y te preguntara: “¿Qué quieres que te regale?”, ¿qué le pedirías?

El pasado 27 de Agosto hice mi propia petición (escribe José Luis). ¿Quieres saber que le pedí? Espera un momento y te lo contaré. Primero veamos de cerca el capítulo 10 del libro de los Hechos y extraigamos algunos principios espirituales:

1. Las oraciones, tarde o temprano, serán contestadas.

“Un día… Cornelio tuvo una visión, en la que claramente veía que un ángel de Dios llegaba a donde él estaba y lo llamaba por su nombre”, Hechos 10:3 (TLA). Cornelio no conocía bien al Dios al que oraba, pero Dios sí conocía a Cornelio. Cuando el ángel se presentó lo llamó por su nombre. Lo mismo sucedió con Saulo: “Saulo cayó al suelo, y una voz le dijo: — ¡Saulo, Saulo!…”, Hechos 9:4 (TLA). Dios te conoce y te llama por tu nombre, lo que significa que eres importante para Él. No cometas el error de ponerte de acuerdo con el diablo para creer que Dios se ha olvidado de ti.
Cornelio es un ejemplo de que Dios “es galardonador de los que le buscan”, Hebreos 11:6. Si buscas con sinceridad, ¡hallarás a Dios y tendrás un conocimiento más completo de Él!

2. La generosidad es recompensada.

“Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios”, Hechos 10:4. Isaías 32:8 dice: “El generoso pensará generosidades y por generosidades será exaltado”. No hay adoración sin entrega ni amor sin sacrificio. La relación que existe entre adoración y sacrificio es la misma que existe entre honra y recompensa. Cuando tú honras a Dios sembrando en su reino, Dios libera una cosecha abundante sobre tu vida.
Conocimos la historia de un exitoso empresario chileno que tiene por costumbre salir un día al mes con una buena cantidad de dinero en sus bolsillos. Le pide la guía al Espíritu Santo y sale a “sembrar”. Sí, camina por las calles de su ciudad con los ojos bien abiertos y empieza a repartir dinero a los pobres. Desde que hace eso toda su vida ha cambiado para bien. La Biblia dice: “A Jehová presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar”, Proverbios 19:17. “Servir al pobre es hacerle un préstamo al SEÑOR; Dios pagará esas buenas acciones”, Proverbios 19:17 (NVI).
¿Qué clase de recompensa recibió Cornelio? ¡Fue lleno del Espíritu Santo, tanto él como toda su familia! Mayor crecimiento, revelaciones más excelsas y mucho más de Su gloriosa presencia. ¡Ninguna recompensa podría ser mejor!

3. Dios usa a personas transformadas.

“Envía, pues, ahora hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro”, Hechos 10:5. Pedro estaba disponible las 24 horas del día, los 7 días de la semana. “El Espíritu le dijo: “Oye, tres hombres te están buscando. Levántate, baja a verlos y ve con ellos sin hacer preguntas, yo los he enviado”, Hechos 10:19 (PDT). “Así que cuando me llamaron, vine sin poner excusas”, Hechos 10:29 (PDT). Los hombres enviados por Cornelio estaban a la puerta de la casa de Simón el curtidor y Pedro aún no sabía que tenía que ir con ellos. ¿Por qué se demoró tanto el Espíritu Santo en comunicarle sus planes? Porque sabía que Pedro no se negaría; él estaba disponible, absolutamente comprometido con Dios. ¡Dios sigue buscando siervos con el mismo grado de compromiso!
Muchos quieren ser usados por Dios para impactar la vida de otros, pero ellos mismos no quieren ni permiten ser cambiados. Dios no dará de su unción a personas que no se dejen dominar enteramente por Él. A menos que seas transformado por el Espíritu, Él no te usará para transformar a otros. ¡Así de sencillo!

4. La forma en la que se trata a los enviados de Dios es la forma en la que se trata a Dios mismo.

“Cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus pies, adoró”, Hechos 10:25.
 “Cuando entren en un pueblo y los reciban… sanen a los enfermos que encuentren allí y díganles: “El reino de Dios ya está cerca de ustedes”… El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza a mí, rechaza al que me envió”, Lucas 10:8-16 (NVI).
“Ciertamente les aseguro que el que recibe al que yo envío me recibe a mí, y el que me recibe a mí recibe al que me envió”, Juan 13:20 (NVI).
Quien los recibe a ustedes, me recibe a mí; y quien me recibe a mí, recibe al que me envió. Cualquiera que recibe a un profeta por tratarse de un profeta, recibirá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo por tratarse de un justo, recibirá recompensa de justo. Y quien dé siquiera un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños por tratarse de uno de mis discípulos, les aseguro que no perderá su recompensa”, Mateo 10:40-42 (NVI).
Cristo habla a través de sus mensajeros. Jesús asegura que cuando nosotros hablamos, Él habla. Cuando la gen-te nos escucha, lo escuchan a Él. No solo eso sino que, aquellos que oyen atentamente y con corazones receptivos a quienes Jesús envía, están escuchando a quién envió a Jesús, es decir, al Padre mismo. Piensa detenida-mente en cómo tratas a los siervos de Dios. La forma en que los tratas a ellos es la forma en que tratas a Dios. 
Después de viajar y ministrar por años en muchos países nos hemos dado cuenta que en aquellos lugares en los que nos esperaban, respetaban y trataban con estima fueron en los que más fácil resultó predicar; también el fluir de Dios con unción y poder ocurrió naturalmente. El respeto al mensajero y la bendición de Dios están íntimamente ligados. ¡Compruébalo tú mismo! Hazte el firme propósito de tratar con estima y valoración a quienes sirven a Dios y son tu autoridad espiritual y, luego, presta atención a cómo Dios despliega toda su batería de bendiciones sobre tu vida y la de tu familia. No te equivoques. No se trata del ministro, se trata de cómo es recibido.

5. Recibimos conforme a nuestras expectativas.

“Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que Dios te ha mandado”, Hechos 10:33. “Aquí nos tienes para escuchar todo lo que el Señor te ordenó que nos dijeras”, Hechos 10:33 (PDT). “Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso”, Hechos 10:44.
Las expectativas de Cornelio eran muy altas. ¿Cómo lo sabemos? Convocó a toda su familia y a los amigos más cercanos a una reunión para el corriente día, sin hora prefijada de inicio ni de cierre. Su fe fue recompensada magníficamente: TODOS fueron llenos del Espíritu Santo.
¿Sabes que le pedí al Señor como regalo de cumpleaños?
La misma unción, revelación y dependencia del Espíritu Santo que poseían los primeros discípulos. Y en tu caso, ¿cuál sería el mejor regalo para tu cumpleaños?
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